DGD: Morfograma 15, 2018. |
Materia dispuesta
Todo ello se hace más intrincado cuando se piensa que lo
menos que el actor hace es “elegir” lo que quiere hacer; en general se
sobreentiende que se ofrece como oferta a una determinada demanda y que cuando
mucho puede aceptar o rechazar. El actor es concebido como “materia dispuesta”,
y es por eso que incluso actores de renombre como Ben Affleck dan por sentado
que la parte inmensamente mayoritaria de su carrera es alimenticia:
Básicamente, en el sentido más simple, lo que trato de
hacer es el tipo de película que es rentable [profitable], lo que me permite hacer una serie de elecciones en ese
contexto, pero sirviendo a un diferente amo, de tal modo que pueda hacer cosas
como Good Will Hunting o Dogma o Shakespeare in Love. Si hago al año una película a la que amo realmente
y que me entusiasma, eso me hace muy feliz. [VII-8, 14-1-2001.]
Lo normal es,
pues, que el actor sirva a un amo prácticamente en todos los casos, desde el
más obvio del capitalismo (único marco de referencia que hace “natural” que el
discurso de Affleck se base en conceptos como profitable) hasta el concepto europeo (el actor como una parte del
conjunto que es manejada, como cualquiera de estas partes, por el director
factótum: Antonioni) e incluso el oriental (Chishu Ryu ejecuta las órdenes de Yasujiro
Ozu sin pensar en ello).
De una u otra
manera, el buen actor queda sobreentendido como aquel que no piensa, en el
sentido primario de que no juzga, ni a su personaje ni a la obra misma. En el
comentario de Ben Affleck es obvia la renuncia a hacer directamente una crítica
política, pero si cifra su felicidad en hacer al menos una película al año a la
que “ama realmente”, por lo tanto no ama al resto mayoritario de lo que hace.
En el vocabulario de Hollywood —esencia de la ideología capitalista del país al
que pertenece y al que da sentido— se ha desterrado la palabra “arte”. Affleck
no infiere que películas como Good Will
Hunting, Dogma o Shakespeare in Love sean diferentes
porque puedan llamarse “arte”, sino sencillamente porque son menos comerciales respecto
a las demás que forman su filmografía. Son esas películas “escogidas” en las
que se piensa desde luego en la recuperación económica pero también en
festivales (el Óscar en primer lugar): son aquellas en las que el dinero sigue
siendo el primerísimo referente pero en las que se cuidan otros elementos
—guión, fotografía, vestuario, música, efectos— no necesariamente por criterios
comerciales. Hacer películas rentables permite a este actor elegir en ese contexto, pero aun en las
películas menos rentables sigue sirviendo a un amo, sólo que “diferente”.
Resulta claro que muy pocos actores tienen ese “privilegio” que implica el ser
capaz de “elegir”, y también es claro que en el capitalismo la gama posible de
elecciones no se da entre arte y basura, y ni siquiera entre películas más o
menos propositivas, sino sencillamente entre productos más o menos exitosos en
taquilla.
George
Clooney termina por poner los puntos sobre las íes en este nivel de
consideración:
Esa es la cosa más curiosa: un actor no puede probar
que es la persona ideal para un papel. Eso es algo que los actores nunca pueden
comprender, y realmente no pueden. Lo que debes comprender es que el producto
que estás vendiendo eres tú. Esa es la diferencia con cualquier otro negocio.
Todos somos vendedores, pero el producto que vendes es completa y totalmente
personal. Eres tú. No puedes decir “Bueno, tengo aquí otra aspiradora si no le
gusta ésta”, o “¿No le gusta este traje? Aquí hay otro”. Así que cuando dicen
que no te quieren, están diciendo que no te quieren a ti, personalmente, y eso
duele, y te cuesta algo cada vez. La razón de que los actores celebren cuando
son celebridades es que de hecho toman riesgos que ninguna otra gente toma
porque es embarazoso; la humillación es uno de los mayores miedos en el mundo.
Los actores arriesgan ser humillados cada vez que van a una audición. Así que
tienen que desarrollar una piel dura y fuerte y pensar “Aún creo que estoy en
el camino correcto”. Tendrán éxito si tienen confianza en sí mismos. Porque la
confianza es una de las cosas que ustedes están vendiendo. [XVIII-1,
31-1-2012.]
Confianza en “uno
mismo”, desde luego, pero a fin de cuentas confianza en el sistema, que es el
que depara al actor como mercancía: Todos
somos vendedores.
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