domingo, 15 de junio de 2014

Notas dispersas a La cura de luz, I


DGD: Textil 131 (clonografía), 2011

Resulta notable que Swann no dice que la oscuridad sea la que no deja moverse a las hojas, a las olas o a los músculos, sino la luz de la luna. La luz nocturna, la luz del sol reflejada en la luna, la luz enfriada, la luz detenida, no sólo inmoviliza a los músculos sino que moviliza a la conciencia: la actividad se detiene en la vigilia para que comience la actividad en el sueño. ¿Una es la causa de la otra? (Para Swann no hay luz y oscuridad: hay luz directa y luz reflejada.)

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La luz inmoviliza a la materia, o mejor dicho, a la materia oscura, para movilizar al espíritu, o mejor dicho, a la materia luminosa.

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En la Noche 286 de Las mil y una noches parece haber una respuesta arquetípica:

Hay un fuego que come y no bebe: el fuego del mundo; un fuego que come y bebe: el fuego del infierno; un fuego que bebe y no come: el fuego del sol; por último, un fuego que no come ni bebe: el fuego de la luna.

Basta sustituir fuego por luz:

Hay una luz que come y no bebe: la luz del mundo; una luz que come y bebe: la luz del infierno; una luz que bebe y no come: la luz del sol; por último, una luz que no come ni bebe: la luz de la luna.

En esta espléndida visión mítica hay un mapa vertical: sol, luna, mundo, infierno. La luz tiene dos acciones posibles, comer y beber, de las que puede abstenerse total o parcialmente, y esa abstención (esa graduación) es lo que le da su carácter (personalidad, sitio, propósito, destino). En este caso el mapa horizontal va de la luz de la luna (no come ni bebe) a la luz del infierno (come y bebe); en medio se encuentran la luz del sol (bebe y no come) y la luz del mundo (come y no bebe).

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Pero ¿cuál es la diferencia que se marca aquí entre comer y beber?, ¿la misma que entre devorar y absorber?
          Acaso una clave está en la misma Noche 286, cuando se plantea este enigma: “Me alimento sin tener boca ni vientre, y me nutro de árboles y animales. ¡Los alimentos solos prolongan mi vida, en tanto que cualquier bebida me mata!”. La respuesta es el fuego.

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Y tal vez otro matiz provenga de lo que se dice en la noche 279: “para dar un temperamento a Adán, el Creador reunió en él los cuatro elementos: agua, tierra, fuego y aire. He aquí por qué el temperamento bilioso tiene la naturaleza del fuego, que es cálido y seco; el temperamento nervioso tiene la naturaleza de la tierra, que es seca; el linfático tiene la naturaleza del agua, que es fría y húmeda; y el sanguíneo la naturaleza del aire, que es cálido y seco”.
          Y de seguro interviene este apunte de la noche 282:

El sol es el sultán del día, como la luna es la sultana de las noches. Y dijo Alah en el Libro: “Soy yo quien otorgó su luz al sol y su resplandor a la luna y quien les asignó lugares matemáticos que permitieran conocer el cálculo de los días y los años. ¡Yo soy quien fijó un límite a la carrera de los astros y prohibió a la luna que jamás esperara al sol, así como a la noche que se adelantara al día! ¡Por eso el día y la noche, las tinieblas y la luz, sin nunca mezclar su esencia, se identifican continuamente!”.

Luz y resplandor: el mito no consiente sinónimos.

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En la Noche 284 se da un diálogo muy revelador entre el sabio Ibrahim ben-Sayar y la bella y sapientísima esclava llamada Simpatía:

Ben-Sayar: “¿Qué obras son las formadas por las propias manos del Todopoderoso y no por el simple efecto de su voluntad, como fueron creadas todas las demás cosas?”.
  Simpatía: “¡El Trono, el Árbol del Paraíso, el Edén y Adán! ¡Sí, por las propias manos de Alah se crearon estas cuatro cosas, mientras que para crear todas las demás cosas, dijo: ‘¡sean!’ y fueron!”.

Hermosa diferenciación: la mayor parte de la Creación se debe al Verbo, como efecto de la voluntad del Creador, mientras que cuatro muy especiales elementos surgen de las manos del Todopoderoso, como si éstas tuvieran su propia voluntad. Dos formas de la voluntad divina, sí, pero expresadas como independientes entre sí: la del decir y la del hacer. ¿La luz que es la Creación misma, independiente de la luz creada?

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En la Noche 286 el Fiat es mencionado como una matriz dentro de otra: “Alah hizo a Adán con barro seco; el barro se formó con espuma; la espuma se sacó del mar; el mar de las tinieblas; las tinieblas de la luz; la luz de un monstruo marino; el monstruo marino de un rubí; el rubí de una roca; la roca del agua; y el agua fue creada por la palabra omnipotente: ‘¡Sea!’”.
          Del Fiat surge el agua, y en sucesión: roca, rubí, monstruo marino, luz, tinieblas, mar, espuma, barro, Adán.

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Mímesis: imitación. Como escribe la filósofa Julia Manzano Arjona, al fuego se le imita ardiendo, consumiéndose en él. Desde tiempos muy remotos, la creación, y en especial la creación artística, se ha comparado con el fuego. El artista invita a repetir su aventura espiritual y emocional. Él ha imitado al fuego, se ha consumido en él; el espectador imita al artista, se consume en la obra.




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