lunes, 25 de julio de 2011

Memoria fotográfica

DGD: Redes 122 (clonografía), 2009


Alguna vez, en alguna eternidad, ¿las cosas habrán sido las cosas y no recuerdo de las cosas?


Antonio Porchia



Me dicen que esa estrella que veo dejó de existir hace millones de años. Me dicen que veo el sol como era hace ocho minutos, no como es ahora. Incluso la montaña que contemplo en el horizonte está sumida unos instantes en el pasado. Observo mis propias manos como eran un milisegundo atrás. Sólo el punto focal del ojo sería contemporáneo de sí mismo, únicamente él estaría en el esquivo presente —si he de creer en quienes afirman que la realidad es visual—, pero ese punto nunca se contempla.

Todo está lejano a mis ojos, absorbido ya en el pretérito. En el instante en que veo el mundo, ese mundo que creo que es, ya no es: fue. La luz es lenta. Y nostálgica. Y sueña. Debe haber otra cosa que no tenga que avanzar, como ella, a tropezones, debe haber algo capaz de informarnos de lo que existe ahora, y con ello hacernos contemporáneos del universo. Debe haber algo que no sea, como la luz, celosa y represora. Porque nos oculta lo que existe tanto allá como aquí, lo que es en las galaxias ahora, ahora mismo que las necesito a ellas y no a sus imágenes diferidas.

Somos contemporáneos sólo de lo invisible. Porque la luz mantiene ignoto a todo aquello que no alimenta su nostalgia por lo que ya no es. La luz es la memoria fotográfica de lo inexistente. Toda imagen es póstuma. Toda imagen nace ya insertada en el álbum de recuerdos de la luz.

1 comentario:

Blanca Oraa Moyua dijo...

Con razón decía Tulsidas: "Todo lo que tus ojos alcanzan a ver es ilusión".