viernes, 16 de enero de 2009

Dedicatoria universal

DGD: Redes 42, 2008
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Se dice que los escritores escriben para unos cuantos. Esto es cierto, pero no tan cierto como que escriben para una sola e irrepetible persona. Cien o cien millones de lectores siguen siendo “unos cuantos”. Y entre ellos uno solo es el verdadero destinatario. A veces él o ella se dará cuenta al leer, como si aquel libro, aquella página, fueran una carta dirigida en exclusiva a su persona, y todos los demás ejemplares fueran la forma de llegar a sus manos a través de una enorme carambola. Sólo en ese lector o lectora el libro se cumple, sólo en él/ella cada palabra cae en un lugar originario, sólo ante sus ojos no hay sentidos espurios, rodeos, equívocos, circunloquios, partes inútiles o prescindibles. Pueden pasar siglos para que un libro llegue a su destino, que equivale a un único lector. Y él/ella puede no darse cuenta, puede pensar que sólo es “como” si hubiera sido escrito para ajustarse a su vida como un traje a la medida. Pero lo fue. El sueño de todo escritor es escribir para todos. Sólo hay una forma: aceptar que escribe para uno. Ni siquiera para sí mismo, ni siquiera para quien o quienes tiene en mente: escribe para uno o una que no está en su vida, mente o escritura, pero que las justifica. Cada libro personal debería tener una dedicatoria a esa irrepetible persona para quien ha sido escrito sin conocerla: Este libro está dedicado a ti, y únicamente a ti, a quien no conoceré nunca.
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3 comentarios:

Óscar David López dijo...

:)

Montserrat dijo...

Parece reiterativo, casi un pleonasmo hablar de la memoria cuando se esta hablando de fotografía, ontológica e inevitablemente esta disciplina trabaja con ese concepto. Tiempo, espacio, realidad, identidad son otros conceptos que envuelven a la fotografía. Parece que una motivación importante en el acto de tomar fotos, además de recordar acontecimientos que han quedado en el pasado, ha sido el juego escénico de la representación. Es el terreno simbólico, subjetivo de interpretación a la realidad, que da la documentación subjetiva de un hecho sucedido, de un tiempo especifico lo que nos hace pensar que la memoria fotográfica es ficticia, todo un artificio. Conceptos que parecen evadir de alguna manera las “clonografías” de Daniel González Dueñas, el modo de ser “creadas” su disparidad, las formas tan aleatorias que pueden tomar, como sabemos dependen del material, de los colores que son “clonados”, las formas tan inesperadas que se adquieren, tan delirantes que debe ser casi imposible re-crear una misma, son como pequeños caleidoscopios de imágenes que al ser percibidas generan un sin fin de pensamientos. Su apreciación es clara aunque no comprensible para todos. Espero Daniel nos siga regalando estas creaciones.

Daniel González Dueñas dijo...

Querida Montserrat:

Tocas un aspecto que no había considerado: en efecto, la ambición de la clonografía puede ser vista como el tomar una fotografía ya existente y transformarla en otra cosa que a su vez podría ser vista como una instantánea de otro universo. O de éste mismo, recompuesto de otro modo. O del universo que la fotografía originaria ya tenía "en embrión". Gracias por compartir con nosotros tu visión, siempre tan ahondadora y precisa. Un abrazo.