viernes, 26 de febrero de 2010

Sobre solipsismo (Homenaje a Ambrose Bierce)

DGD: Textil 108, 2010
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Qué resonante, qué imborrable ajuste de cuentas practica Ambrose Bierce a toda la racionalidad cartesiana, que es la demencia de los tiempos “nuevos”. En el Diccionario del diablo (1906), Bierce incluye la entrada “Cartesiano”, palabra a la que desglosa de esta manera:
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Cartesiano, adj. Relativo a Descartes, famoso filósofo, autor de la célebre sentencia Cogito, ergo sum, con la que pretende demostrar la realidad de la existencia humana. Esa máxima podría ser perfeccionada en la siguiente forma: Cogito cogito, ergo cogito sum (“Pienso que pienso, luego pienso que existo”), con lo que se estaría más cerca de la verdad que ningún filósofo hasta ahora.
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En esa línea, y en franco homenaje a Bierce, podría imaginarse otra entrada del Diccionario del diablo, dedicada a la palabra “Solipsismo”, en los siguientes términos:
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Solipsismo, s. En tanto teoría filosófica, se basa en la idea de que lo único real es el yo, mientras que todo lo demás equivale a un teatro creado para que ese yo se desarrolle. En un momento dado, Descartes, el racionalista por antonomasia, llega a la conclusión de que existe como ser pensante, pero duda de la existencia de los demás cuerpos y mentes. Para evadir la intolerable soledad resultante, intenta demostrar que, además de él, existe Dios. Con la palabra “además”, la razón cae en su propia trampa: si Dios existe además del yo, por lo tanto existe todo aquello de lo que duda el filósofo. Y si la divinidad no existe, su no-existencia se vuelve paradójica, puesto que de todas formas actúa como una existencia; así, el no-existente Dios equivale a la parte más luminosa del solipsismo de Descartes. Y si existe, es el Creador del filósofo, por lo que la existencia de éste actúa de todos modos como una no-existencia y, así, Descartes corresponde a la parte más oscura del solipsismo de Dios.
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