martes, 3 de febrero de 2009

Pentimento

DGD: Redes 71, 2008
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Sale el sol, se nubla, sale el sol. Señal inequívoca de que Dios está indeciso. Aún más: voluble y acaso arrepentido, como el pintor que contempla largamente su obra, descontento del conjunto, y no sabe si bastará retocar esta zona o rehacer aquella, o de plano borrar el cuadro entero de la faz de la tierra.
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Hoy Dios parece echar marcha atrás, querer borrar la faz de la tierra. Partes del paisaje se retiran de la Creación como signos de la duda y el titubeo: esa zona del bosque se desdibuja, estas calles pierden la faz y partes de la ciudad se quedan como a medio hacer —o a medio deshacer. Vaya a saber qué recodos del mundo, como éstos, ahora mismo se desdicen y por instantes aspiran a su nada inicial.
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Tal vez la Creación no sea un parejo ir avanzando. Va y vuelve, festeja aquí y titubea allá, descontenta del conjunto. Parciales arrepentimientos, como en la vida de los hombres hay horas en que sin saberlo vuelven aunque vayan, desdicen aunque digan, y partes de sus cuerpos, y partes de sus almas, son a trechos como este bosque y estas calles: sale el sol, se nubla, sale el sol. A trechos la Creación se arrepiente y no es un irse acabando, porque acabar es ir de todos modos adelante.
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Vaya a saber si eso es también la Creación, y si Dios es lo voluble e indeciso del artista y no el artista mismo. Sabrá Dios si dudar es el único acto verdaderamente divino.
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[De Ónfalo, Ediciones Sin Nombre, col. Los Libros de la Oruga, México, 2004.]
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