martes, 26 de diciembre de 2023

Pedro Salinas: “las almas que tengo fuera”

DGD: Postales, 2023.

r e t r a t o s   (e n)   (c o n)   p o s t a l e s

Pedro Salinas: “las almas que tengo fuera”

D.G.D.

 

Pedro Salinas (Madrid, 1891-Boston, 1951) dedica sus Poesías completas (1956) a Jorge Guillén (Valladolid, 1893-Málaga, 1984), y el propio Guillén firma el prólogo a la segunda edición de esa antología mayor (Barral, 1975); ahí afirma que “Los sesenta años de Salinas se resolvieron en una línea recta. Treinta años de preparación. Treinta años de producción”. Probablemente esa preparación venga de mucho antes y se manifieste no en términos de tiempo lineal sino de correspondencias, analogías, secretos equilibrios (“El futuro / se llama ayer. Ayer / oculto, secretísimo, / que se nos olvidó / y hay que reconquistar / con la sangre y el alma, / detrás de aquellos otros / ayeres conocidos” [La voz a ti debida]). No es gratuito, por ejemplo, que en 1922 apareciera la legendaria traducción que Salinas realizó de En busca del tiempo perdido y asimismo su primer libro de poesía, Presagios. Una correspondencia más se da cuando otro hermano espiritual, Julio Cortázar, prepara una cuidadosa reunión de poemas salinianos (Poesía, Alianza Editorial, 1971). Desde las páginas de Rayuela —esa otra búsqueda del tiempo perdido—, Horacio Oliveira comparte esta intuición de Pedro Salinas: “Rendirse / a la gran certidumbre, oscuramente, / de que otro ser, fuera de mí, muy lejos, / me está viviendo” [La voz a ti debida].

   La poesía de Pedro Salinas parece hecha del mismo modo, nunca en términos lineales o progresivos; ante la obra de ciertos poetas torrenciales la crítica se ve necesitada de hablar de “etapas”, pero igualmente cierto es que las intuiciones del primer libro de Salinas deparan el último, si puede hablarse de un “último” poemario (“lo que tengo empezado / se cumple en el no acabar, / su sinfín tiene perfecto, / no se ve, ya de tan claro” [“Quietud”]). No puede olvidarse que la noción “tiempo perdido” era usada por Proust —y esto lo comprendió muy bien Salinas— en un sentido muy diferente del que usa la modernidad sucesivista: se trata menos de un tiempo desperdiciado, extraviado o malgastado, que de una magnitud situada más allá de toda frontera y que se manifiesta a través de presagios (golpes de intuición): “¡Ay!, cuántas cosas perdidas / que no se perdieron nunca. / Todas las guardabas tú” [La voz a ti debida].

   El territorio del amor sirve a este poeta para circundar esas intuiciones: “Nunca fuiste primera ni yo último. / (¿En qué final o para qué comienzo?) / Nunca el primero yo ni tú la última. / (¿En qué final o para qué comienzo?)” [Presagios, 18]. Se trata más bien de un “paralelismo de espejos, / que ahora no hay lejos ni cerca, / alto o bajo, mucho o poco, / en el universo” [Presagios, 30]. Es una experiencia mística (“Señor, lo que yo no puse / ¿por qué me es fuerza quitarlo?” [Presagios, 22]) que se revela en una plenitud muy difícil —casi imposible— de evadir; de ahí la hermandad con Guillén: “¡Tan visible está el secreto! / ¡Tan alegre, / colgando al aire!” [Seguro azar].

   La mirada de Salinas obliga a mirar de ese modo: “agua / quieta esperando que pasen / por arriba alas o nubes, / las almas que tengo fuera” [“Quietud”]. Una mirada que ajusta la relación del hombre con el universo: “Nada promete el mundo: / lo da, lo tengo ya” [“Aquí”]. El ajuste avanza a través de una forma inédita de la aceptación: “Sí, sí a todo, a todo sí, / a la nada sí, por nada” [“Respuesta a la luz”]. Una mirada simultánea.

 


 


 


 


 


 

*

 [Leer Hugo Mujica: el decir del tiempo]

*

 

P O S T A L E S  /  D G D  /  E N L A C E S

Voces de Antonio Porchia

Postales

Postales de poesía

 

 

No hay comentarios: