viernes, 28 de marzo de 2025

Reunión (22). La mirada, 9: Antonio Porchia

 

DGD: Postales, 2021-2023.

 

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Reunión (22). La mirada, 9: Antonio Porchia

 

[Las voces de Antonio Porchia llegaron en una ocasión a una audacia realmente portentosa: “Mi corazón se duele a mí y no debiera dolerse a mí, porque no vive de mí, ni vive para mí”. Los estudiosos atribuyen esta insólita construcción a “anomalías provenientes del italiano”. Es sabido que algunas veces el propio autor solicitó la revisión de un especialista en sintaxis y gramática española, Raúl Lagomarsino, sobre todo en el caso de la voz citada. Sin embargo, cómo evadir la sensación de que si Porchia mostró esta voz a Lagomarsino no fue para “pulirla” sino para detectar hasta qué punto el lector hispanoparlante sería capaz de aceptar una audacia de esta naturaleza e ir más allá de verla como una mera anomalía.

      Es posible adivinar la respuesta de Lagomarsino, puesto que esta voz fue luego regularizada y publicada como “Mi corazón me duele a mí. Y no debiera dolerme a mí, porque no vive de mí, ni vive para mí”. La humildad de Porchia lo llevó a regularizar algunas voces y a captar giros coloquiales en otras para comunicarse con sus lectores no a través de la anomalía y la audacia (así fueran éstas portentosas, como ese “Mi corazón se duele a mí”), sino de la mayor intimidad (sin el menor ruido en la forma, sin el menor sobresalto en la letra escrita). Si pidió la revisión de un especialista fue, sí, en muchos casos, para limar construcciones provenientes del italiano, pero el afán no era lingüístico sino humano. Por eso es posible el hecho de que cada lector de Porchia diga una frase central: las voces se duelen a mí.

      Porchia podría haber sido aún más tajante en la regularización y decir “Mi corazón me duele y no debiera dolerme”. A través de la sutil redundancia del “a mí” —y sus ecos en “de mí” y “para mí”—, encontró la forma de conservar el hálito de aquella magnífica fórmula inicial (“se duele a mí”), que implica a dos sujetos separados y a la vez integrados, como revela el final: “Y no debiera dolerme a mí, porque no vive de mí, ni vive para mí”. En uno de los estadios superiores de repercusión, la fórmula “me duele a mí” —nunca hay redundancias en Porchia, sino apariciones sucesivas de un mismo elemento trascendido— implica, tanto como la versión original, el gran salto: Mi corazón podría dolerte a ti. (DGD)]

 


 


 


 


 


 


 


 

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Antonio Porchia: Voces reunidas, UNAM, Coordinación de Humanidades, México, 1999. | Alción, Córdoba (Argentina), 2006. | Pre-Textos, Valencia (España), 2006. | Gárgola, Buenos Aires, 2017. | Universidad Autónoma de Querétaro, 2020; ed. de D.G.D., Alejandro Toledo y Ángel Ros.

Carlos Dariel: Donde la sed, Macedonia Ediciones/Fondo Nacional de las Artes, Buenos Aires, 2010.

 

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