viernes, 16 de abril de 2021

El misterio de los cien monos (LXXIV)

DGD: Postales, 2021.

 

 

La desconfiable noción de masa crítica

 

Las ideas de “masa crítica” y “reacción en cadena”, tan abundantes entre quienes citan la fábula de los cien monos para demandar un mundo en paz, surgen del belicismo. (“Está en nuestros átomos y en nuestras moléculas”, escribía Wayne W. Dyer en Real Magic.) La bomba atómica se basa en la fisión del uranio 235 (un isótopo del uranio), a la que se llega cuando la cantidad mínima de los núcleos de ese elemento conforman su masa crítica y desatan una reacción en cadena. Se dice que una masa de uranio 235 es “crítica” cuando tiene un cierto valor mínimo para que se propague en ella la fisión (reacción en cadena) y se multiplique la energía total desprendida.

          La noción “masa crítica” ya había sido usada por Lyall Watson en su interpretación de la fábula de los cien monos en Lifetide, y fue sin duda este concepto el que explica por qué Ken Keyes basó en ella su libro de advertencia sobre el armamentismo nuclear (The Hundredth Monkey, There’s No Cure for Nuclear War, Only Prevention, 1984). Curiosa figura: la fábula de los cien monos implica un comportamiento metafórico igual al del funcionamiento de la bomba atómica, y a la vez esa fábula fue usada como advertencia contra el peligro nuclear —y no sólo eso, sino como muestra de que es posible una “concientización en cadena” una vez que se alcanza la “masa crítica”.

          La gráfica mencionada por Rupert Sheldrake en la entrevista ya incluida (referida al índice de aprendizaje en ratas), así como otras similares resultantes de sus experimentaciones, indican un proceso uniformemente acelerado. Si pudiera graficarse el fenómeno aludido en la fábula de los cien monos, habría una línea ascendente que en un determinado punto (el momento en que el centésimo mono repite la nueva conducta) se dispara de súbito en un ángulo pronunciado. Tanto la experiencia como la intuición de Sheldrake le desaconsejan fiarse de esa súbita ruptura, de la noción de un umbral traspuesto al alcanzarse un número “suficiente” o “necesario”, de un punto de “estallido” —por seguir usando las metáforas bélicas de Keyes. ¿Qué significa entonces el hecho de retirar de la fábula la noción de “masa crítica”?

          Significa, en principio, una lectura más abierta: la idea misma del centésimo mono —en tanto percutor de la “masa crítica” y de la transmisión misteriosa— es esencialmente sucesiva (diacrónica, evolucionista), y de modo tan elemental como lo muestra la numeración que va del uno al cien. Cuando Sheldrake desconfía del “umbral”, lo que está haciendo es asentar la metáfora de los cien monos (tan relacionada con el trabajo de Sheldrake que para desacreditar a éste se ataca a aquélla) en el territorio de la simultaneidad: la transmisión misteriosa, la apertura de conciencia, puede darse en cualquiera de los puntos de la escala. La resonancia mórfica no depende de una cierta recarga, del salto sobre un trampolín cuando se alcanza el impulso necesario; es en sí un umbral y la apertura coexiste en todos sus puntos.

          Cuando se le pide imaginar las aplicaciones concretas de su teoría, Sheldrake entrevé una revolución educativa: si resulta más fácil aprender algo que muchas personas han aprendido antes, los programas de estudio que aceptaran y ampliaran el proceso de la resonancia mórfica podrían acelerar el aprendizaje. Una segunda posibilidad sería integrar los sistemas terapéuticos y llegar a una medicina orgánica, acorde con un universo “inter-consciente”. Existe, además, la posibilidad de una tecnología orgánica capaz de provocar una revolución mediática: si la resonancia mórfica puede ocurrir entre máquinas con muy pocos elementos azarosos en su funcionamiento, por ejemplo las computadoras cuánticas, nuevas formas de telecomunicación se hacen posibles. Y, más allá, se halla el gran salto de la tecnología orgánica a la cultura animista, aquella en la que el anima mundi no es un vago concepto supersticioso sino el sustento mismo de lo real.

 

 

Experiencia holotrópica

 

Mientras tales previsiones consiguen llegar siquiera al campo de las hipótesis aceptadas, ese punto de contacto entre la obra de Sheldrake y la fábula de los cien monos existe acaso en el trabajo de otro investigador, Stanislav Grof (creador de la “psicología transpersonal”), que, en Psychology of the Future (2000) describe su noción de experiencia holotrópica (palabra que equivale a “moverse hacia la Totalidad”) y sugiere que sólo existe un área en el consciente colectivo a partir de la cual la humanidad podría provocarse una radical transformación interna (y un acceso a un más alto nivel de conciencia): la esperanza real en el futuro. Si el ser humano sólo contempla la detrítica grisura del presente, así como la dolorosa oscuridad del pasado, y si éstos son los únicos espejos con que cuenta para imaginar el futuro, no habrá —afirma Grof— una verdadera esperanza, un ansia de saltar, un anhelo de trascendencia.

          Utilizando los términos de Sheldrake: el campo mórfico humano se resiste al cambio con todas sus fuerzas porque la modernidad sólo quiere (paradójicamente) perdurar como tal, en tanto “el mal menor”. No hay incentivo ni el menor deseo de cambiar la hoja del calendario si el mañana no parece más que la prolongación ad nauseam de las atrocidades y vacíos del hoy. Del mismo modo, la ciencia oficial, y todas sus ramificaciones que se extienden hasta deparar a toda la mentalidad occidental (así como la del Oriente occidentalizado), se basa en “leyes” ciegas que impulsan al presente desde el pasado, lo que implica un simple “avanzar” sin metas ni objetivos: un paradójico estancamiento en el fondo del vértigo de la modernidad.

          Lampedusa lo había denunciado: “Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie. Una de esas batallas en las que se lucha hasta que todo queda como estuvo. Ustedes no quieren destruirnos a nosotros, sus padres. Quieren sólo ocupar nuestro puesto, para que todo quede tal cual. En el fondo, es sólo una imperceptible sustitución de castas” (El gatopardo, 1958). En el “desarrollo” moderno, en la “evolución” de las sociedades, en el “progreso” tecnológico, todo es fijo, inerte y previsible. El poder cambia raudamente para no cambiar. En este modelo, el hombre está de frente al futuro, pero su atención está puesta en el vis a tergo, aquello que lo empuja constantemente desde el pasado. En su lentísimo aprendizaje, la ciencia está por fin dirigiéndose hacia el cambio a un paradigma dinámico en el que los procesos comienzan a ser estudiados en términos menos de su “objetivo” que de su necesidad integral.

 

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Libros citados

Dywer, Wayne W.: Real Magic, Harper & Collins, Nueva York, 1992.

Grof, Stanislav: Psychology of the Future: Lessons From Modern Consciousness, State University of New York Press, Albany, 2000.

Keyes Jr., Ken: The Hundredth Monkey, DeVorss & Co., Los Ángeles, 1982.

——: The Hundredth Monkey, There’s No Cure for Nuclear War, Only Prevention, Vision Books, Los Ángeles, 1984.

Lampedusa, Giuseppe Tomasi di: Il gattopardo, Feltrinelli, Milán, 1958. / The Leopard, Pantheon Books, Nueva York, 1991. [El gatopardo, Plaza & Janés, Barcelona, 1999.]

Watson, Lyall: Lifetide: a Biology of the Unconscious, Simon & Schuster, Nueva York, 1979.

 

 

[Leer El misterio de los cien monos (LXXV).]

 

 

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