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r e t r a t o s (e n) (c o n) p o s t a l e s
Lichtenberg: inmensidad de lo pequeño
[Georg Christoph Lichtenberg (Ober-Ramstadt, julio 1 de 1742-Gotinga, febrero 24 de 1799), matemático, astrónomo y el primer profesor de física experimental de Alemania, tenía como territorio fundamental a la filosofía; bastan para probarlo sus Aforismos, publicados de forma póstuma entre 1800 y 1806, y a los que irónicamente llamaba Waste Books (“a la manera de los tenderos ingleses que llevan un waste-book”, advirtió, “en donde anotan ventas y compras en total desorden para luego sumarlas y restarlas”). Escritos en multitud de cuadernos a lo largo de 34 años sin destinarlos a la publicación; admirados por Tolstoi, Einstein y André Breton; leídos con atención por Goethe y Kant; reconocidos por Nietzsche y Wittgenstein como influencia en sus respectivas cosmovisiones radicales, los aforismos de Lichtenberg son un invaluable testimonio de un pensamiento libre, crítico e insobornable. Acaso una representación visual de ese pensamiento son las “figuras de Lichtenberg”, resultado de los experimentos fotográficos con alta tensión que realizó en 1777, esparciendo licopodio en polvo sobre una placa altamente electrizada con objeto de estudiar las ramificaciones de las descargas eléctricas: árboles de luz, rueca del relámpago. Lichtenberg asumía plenamente la universalidad: “Quien sólo entiende de química, tampoco la entiende”. O bien: “El primer paso de la sabiduría es echar la culpa a todo; el último, reconciliarse con todo”.
Uno de los fragmentos (“aforismo” es una palabra que Lichtenberg jamás usó para definir su escritura) sin duda central es aquel en que recoge un instante que para otros autores sería perfectamente insignificante: “No te haré sombra, pequeño animalito (era una araña). El Sol te pertenece tanto como a mí”. Reconocer una esencial igualdad (una hermandad, diría el de Asís) con una criatura consciente y sintiente, más allá de su tamaño y de su puesto en la escala superioridad/inferioridad en que se basa la mentalidad humana, muestra un desarrollo de la conciencia desconocido en Occidente. No hay en ese apunte (en esa voz, casi diríase en honor de Antonio Porchia) un intelecto condescendiente sino una transparencia que redefine a la humanidad del poeta.
“A diferencia de casi todos los escritores de máximas, apotegmas o aforismos en sentido estricto”, escribe Juan Villoro, “Lichtenberg no habla desde una certeza sino desde un asombro. Su escritura es fragmentaria, no porque el pensamiento busque condensar sino porque se detiene, sorprendido de lo que es capaz al entrar en contacto con la página. [...] ‘Inmensidad de lo pequeño.’ Esta expresión cifra el estilo literario de Lichtenberg, que se mueve en rápidos cortocircuitos, privilegiando las chispas e ignorando los incendios.” (DGD)]
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Georg Christoph Lichtenberg: Aforismos (Sudelbücher, 1902-1908), Fondo de Cultura Económica, Breviarios 474, México, 1989, 1992; trad.: Juan Villoro.
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P O S T A L E S / D G D / E N L A C E S
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