viernes, 5 de octubre de 2018

El misterio de los actores y de la actuación (XXXIV)



DGD: Morfograma 34, 2018.


La actuación no puede enseñarse

Una actriz tan experimentada como Meryl Streep, ganadora de numerosos premios, es llamada “una actriz técnica”. Ella declara con insistencia que es la primera en desconocer qué se supone que esa expresión quiere decir. En la emisión que le dedica Inside the Actors Studio en 1998 habla de su aproximación al personaje:

A veces me gustaría tener una especie de forma codificada de empezar; es algo de que carezco, y tengo casi cincuenta años, y cada trabajo que llega me horroriza, sigo sin saber cómo aproximarme. No soy muy articulada acerca de este tema porque es como la iglesia para mí; en una parte de mí es como acercarse al altar y siento que mientras más hable acerca de cómo es, algo se escapará. Hay algo de superstición en eso. Pero sé que una se siente más libre, menos en control, más susceptible. [V-1, 22-11-1998.]

          Si cada actor encuentra su modo, no es en absoluto difícil comprender que muchas veces la “técnica” se confunda con la superstición. Bergman lo corrobora: “La gente de teatro es supersticiosa, lo que es comprensible. Nuestro arte es irracional, en cierta medida inexplicable y está incesantemente expuesto al juego de las casualidades”.
          Continúa Streep:

Siempre se me acusa de ser una actriz técnica, y creo que ese problema lo menos que tiene es técnico, y que soy lo opuesto a lo que la gente piensa que es técnico, porque... realmente no sé de qué estamos hablando. Honestamente. Llego a cada trabajo con un corazón abierto y trato de hacer lo mejor que puedo, y con una conexión con el personaje que no comprendo del todo y sin embargo sé que vive en mí y no lo cuestiono: lo tengo, es una cosa innegable, y sé que no haré un movimiento equivocado si me atengo a lo que sé que es verdad para mí, real para mí: eso es lo que es real para mi personaje.

  No sé cómo la gente enseña actuación, realmente no lo sé. Comienza en una palabra o frase del guión que te envían, tiene que ver con el día en que lo recibiste, con quién estabas enojado ese día, de quién estabas enamorado, tiene que ver con contextos y música y con muchas cosas. Es como enamorarse. Si ves a un personaje de ese modo, estás conectada.

Acaso la conexión con el personaje depende de que el actor no la comprenda del todo. O lo menos posible. O nada en absoluto: “siento que mientras más hable acerca de cómo es, algo se escapará”.
          El director Sydney Pollack, que trabajó con Streep en Out of Africa (1985), habla con sinceridad del trabajo de esta actriz y de cómo se singulariza:

A los directores les encanta inferir que son los responsables de las actuaciones, y a veces incluso se les da crédito por ello. A mí ciertamente me encantaría tener crédito por la actuación de Meryl, pero no puedo, realmente no puedo tener crédito porque ella llegó a África y simplemente entregó esta actuación. Fue como un gran regalo. Ella sola desarrolló el acento del personaje, sus maneras y cada detalle de la interpretación. [Banda de comentarios del director en el DVD de Out of Africa.]

Además de la característica franqueza y humildad de Pollack, en este reconocimiento pesa también la carrera y renombre de Streep en 1985. Para ese año había recibido cinco nominaciones al Oscar (tres de ellas consecutivas en la primera mitad de los años 80), y ganado estatuillas por actriz de reparto en Kramer vs. Kramer (1979) y por actriz protagónica en Sophie’s Choice (1982).
          La película Out of Africa recibió once nominaciones al Oscar y obtuvo siete (película del año, director, guión adaptado, fotografía, dirección de arte, sonido y música). Curiosamente, Streep no recibió el Oscar de actriz protagónica; era su sexta nominación para el premio de la Academia. (En el año 2011, en el que ganó su tercera estatuilla por The Iron Lady, Streep había acumulado el récord de 17 nominaciones. En 2018 por The Post obtendría su nominación número 21.)
          Casi podría decirse que el talento de Streep comenzó con el excepcional portento de dirigirse a sí misma en cada una de sus apariciones fílmicas, sin que ello contradiga su constante diálogo con el director en turno. La excepción es notable, porque en general los actores son considerados “material en bruto” en el que el director modela al personaje, y si se reconoce al intérprete un carácter de creador es por ese “dejarse modelar” y no por hacer lo que sea que Streep hace, y a lo que ella misma no se permite definir. Eso es lo que indica la superstición: “defínelo y desaparecerá”. (Es, por cierto, una de las más antiguas sospechas de los críticos del racionalismo, e incluso de no pocos racionalistas.)




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