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martes, 25 de febrero de 2020
El misterio de los cien monos (XXXIII)
La
intuición: necesidad de ver más allá
Erwin Schrödinger se abre a una visión mística
en Meine
Weltansicht (1961), libro en el que, a partir de un
estudio de la espiritualidad del Vedanta, afirma que hay una sola
conciencia, de la cual todos somos diferentes aspectos. Para acceder a esta
visión, la conciencia individual debe expandirse, y justamente el primer motor
para esa apertura es la intuición, o la necesidad de ver más allá. Experimentar
más de una conciencia es, en efecto, menos infrecuente de lo que se imagina,
sólo que no hay parámetros para evaluarlo ni referentes para darle uno u otro
nombre. Existen, sin embargo, rastros abundantes en la experiencia humana:
desde la iluminación mística, la inspiración artística o el arrebato poético,
hasta la locura.
En
este punto, la respuesta de Rupert Sheldrake es contundente:
Creo que la conciencia de uno mismo surge a través de
la conciencia mutua, no a través de algún tipo de solipsismo.
“Conciencia” significa con scire, “conocer con”, o conocer juntos. Si
estamos conscientes es porque tenemos una relación de “inter-conciencia” con
otras personas. La conciencia se comparte. No creo que un individuo, sin
lenguaje ni relación con otras personas o seres, sería consciente. La
conciencia debe ser entendida en términos de relación, no como una cosa
aislada. Y como soy cristiano, el modelo de conciencia que me gusta en la
tradición cristiana es la noción de la Divina Trinidad. La conciencia divina no
es sólo una unidad indiferenciada en la tradición cristiana: es una de
relación y siempre tiene relación dentro de sí.
Me parece que
si una galaxia está consciente, su conciencia depende de su relación con las
estrellas y los sistemas solares que contiene, y también, probablemente, de su
relación con otras galaxias. Podría existir una clase de “intersubjetividad” de
las galaxias, una comunión de comunidades de galaxias.[1]
Este es sin duda el más luminoso punto de la
teoría de los campos mórficos: la coordenada en que Sheldrake está dando voz a
la sabiduría milenaria en su concepción de una comunidad de
intersubjetividades: la gran Inter-Conciencia.
Los
límites humanos son las otras personas
Sin embargo, en esta visión puede asimismo
encontrarse un lado oscuro o, mejor dicho, la denuncia de un lado oscuro: si
existe una inter-conciencia, también existe una inter-inconciencia. Si no puede
postularse un individuo aislado que sea consciente, y si “la conciencia debe
ser entendida en términos de relación”, ello revela que en una sociedad
manipulada y totalmente dominada por el poder, la inconciencia (o bien, si se
quiere, la conciencia precaria) es mantenida por las relaciones mismas entre
los ciudadanos. De ahí que los brotes insólitos de conciencia sean no sólo
impopulares sino objeto de persecución.
Las
relaciones interpersonales en sociedad están férreamente reguladas (por los media,
los sistemas educativos y la misma “corriente de la época”) no sólo para
modelar las conductas sino para detectar y combatir con especial rigor a todo
aquello que sale de los promedios, de lo aceptado o de lo previsible. La más
feroz forma de dominio es ejercido por los propios individuos entre sí. En todo
discurso narrativo, aun en los más espurios, aparecen apuntes de lucidez; así,
en una película comercial, Hulk (Ang Lee, 2003), un ambicioso y malévolo
personaje exclama: “Mejorar la naturaleza personal es el único camino para la
verdad, que da al hombre el poder de ir más allá de los límites establecidos
por Dios” (To
improve one’s nature it’s the only path to the truth, that give man the power
to go beyond God’s boundaries).
A esta declaración alguien responde
una frase impactante: “¿Sabes qué hay más allá de tus límites? Las otras personas” (You know
what’s beyond your boundaries? Other people). La primera lectura de esta respuesta es que
el afán egomaníaco de un individuo debe contar con el bienestar de sus
semejantes; él puede mejorar lo que sea, siempre y cuando ello no afecte o
lastime a otras personas. Sin embargo, existe otra posible lectura: en un
cierto sentido, los límites humanos son las otras personas. El poder
instaura las barreras de tal manera que sean infligidas por los propios seres
humanos en su vida en común; menos con palabras que con actos, unos a otros nos
decimos sin cesar: “No pasarás”, en todos los niveles de la sociedad. Acaso la
fábula de los cien monos es uno de esos “brotes insólitos” que aspira a
trascender los límites inter-impuestos y acceder a una verdadera inter-conciencia.
En
The Self-Aware Universe: How Consciousness Creates the Material World
(1995), Amit Goswami, creador del “idealismo monista”, es menos cauto que
Sheldrake y decididamente inserta la resonancia mórfica en un sistema aún más
vasto. Así, Goswami define al cerebro humano como un “instrumento medidor”: a
través de la experiencia individual, el cerebro atrae a la mente infinita y
eterna, y la hace “caer” en lo concreto y específico. Las mentes individuales
son necesarias para “realizar” (en el sentido de hacer real) el mundo
material. Cada ser humano es co-creador de la realidad. Dicho de otra forma,
los cerebros individuales tejen una trama colectiva, una Figura a través de la
cual la realidad se hace consciente de sí misma. Una mirada de análoga
desmesura se halla en multitud de libros que, deslumbrados por la teoría
cuántica, se lanzan decididamente hacia la mística, como The Dimensional
Structure of Consciousness: a Physical Basis for Immaterialism (1995) de
Samuel Avery.
Los
referentes de Sheldrake no dejan de ser científicos, y así su noción del que el
sol está consciente se apoya en la comparación de la enorme actividad
electromagnética del astro rey, que es muy parecida a la del cerebro humano. Si
la conciencia depende del lenguaje y de la “intersubjetividad”, resulta muy
arduo para el hombre imaginar cómo funcionan otras formas de conciencia
distintas a la propia. Pero si la conciencia es en realidad “inter-conciencia”,
un gran ejercicio es enfrentar con toda la receptividad posible las formas de
conciencia no formuladas en lenguaje humano y que el hombre tiene cerca, como
el mundo animal: ballenas, delfines, perros, abejas...
Los alcances interiores del espacio exterior
La apertura, el salto, está nuevamente en la
concepción de los campos mórficos. Si lo de arriba está en lo de abajo
(como expresa la Tabla Esmeralda de Hermes Trismegisto), y si el hombre está
ligado a las estrellas (como exclama la astrología), no sólo es posible
imaginar otras formas de conciencia sino comunicarse con ellas y, en última
instancia, saberlas propias. Joseph Campbell lo llamó “los alcances interiores del espacio
exterior” (The Inner Reaches of Outer Space, 1988). Los vasos son precisamente eso: comunicantes. Las Figuras
estuvieron desde siempre unas dentro de otras. Lo único que faltaría es el
medio, el canal, la clave para esa comunicación. Una vez más, la magia se
revela en las palabras: literalmente, “informar” significa dar forma. Así, la
ciencia habla de “información genética”. En el mundo de la modernidad, la
información es claramente formativa (o mejor dicho, deformativa).
La
clave ha estado en manos de los poetas desde siempre. Así, el maestro argentino
Antonio Porchia escribe:
Si no creyera que el sol me mira un poco, no lo
miraría. [Voces, 1943.]
La modernidad occidental desprecia a los
pueblos que optan por el pensamiento metafórico, simbólico o analógico,
relegándolos bajo el rubro “primitivo”. La lógica es el gran medio para estar
seguros del mundo; todo agujero en el esquema lógico es deliberadamente
ignorado para que el universo pueda seguir siendo predecible y seguro. Mas la
propia mecanicidad tecnológica está poblada por metáforas, aunque quienes viven
dentro de ella estén férreamente desanimados a intentar ese lenguaje.
*
Nota
[1] Sheldrake
entrevistado por Hal Blacker: “Maybe Angels. A Confluence of Imagination and
Rational Inquiry”, en What is Enlightement, n. 11, Lenox, 1997.
Libros
citados
Avery,
Samuel: The Dimensional Structure of Consciousness: a Physical Basis for
Immaterialism, Compari, Chicago, 1995.
Campbell, Joseph: The Inner Reaches of Outer Space, Harper &
Row, Nueva York, 1988.
Goswami,
Amit: The Self-Aware Universe: How Consciousness Creates the Material World,
J.P. Tarcher, Los Ángeles/Nueva York, 1995.
Porchia,
Antonio: Voces, Impulso, Buenos Aires, 1943; Voces reunidas,
Universidad Autónoma de Querétaro, Querétaro, 2020.
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