DGD: Textil 118 (clonografía), 2010 |
jueves, 26 de julio de 2012
Da Vinci y Perogrullo: un caso de fonética-ficción
En la parte de sus copiosos cuadernos conocida
como Bestiario, Leonardo da Vinci
(1452-1519) describe de este modo a la grulla: “Temiendo que su rey perezca por
falta de vigilancia, las grullas lo rodean de noche, sosteniendo una piedra en
una garra a fin de que si el sueño las vence, el ruido que haría la piedra al
caer las despierte. Amor, temor y reverencia: escribe estas palabras sobre tres
piedras de grulla”.
Esa última frase resulta misteriosa en
extremo. No lo es tanto por la forma (la cuidadosa y documentada traducción al
español de Eduardo García de Zúñiga —Espasa-Calpe, 1947— resulta por demás
confiable) y tampoco por el contenido (la sobrecogedora invitación a unir al
amor, el temor y la reverencia en una sola magnitud usada por la conciencia
para disciplinarse y mantenerse despierta), sino por la eufonía, puesto que en
la expresión “piedras de grulla” el oído encuentra de inmediato un eco —lejano
pero inequívoco— con el célebre nombre de Perogrullo. La pregunta es: ¿existe
realmente tal relación, va ésta más allá de la mera similitud sonora?
Sólo la fonética-ficción puede entrever una
posible respuesta. Pedro Grullo, Pedrogrullo, Pero Grullo o Perogrullo, nombre
de un curioso personaje de la literatura popular (aunque algunos han intentado
demostrar su existencia histórica), es el gran decidor de perogrulladas o verdades evidentes y elementales, la más famosa de
las cuales es “a la mano cerrada se puede llamar puño”. Cervantes lo menciona
en el capítulo LXII de la segunda parte del Quijote
(1615) con el título de “profeta”. La misma dignidad irónica le otorga Quevedo
en uno de los Sueños (1622), la
“Visita de los Chistes”, en donde usa por vez primera la palabra
“perogrullada”.
Es perfectamente posible, pues, para la
fonética-ficción, remontarse a los cuadernos de Leonardo da Vinci, pero no para
llamarlo inventor de Perogrullo. En un documento hallado en Cantabria y que
data de 1460, titulado Profecía y
cuyo autor usa el seudónimo “Evangelista”, se encuentra el relato de un profeta
ermitaño a quien se llama Pero Grillo, es decir Pedro Grillo; las divertidas
profecías que éste hace no son sino una acumulación de perogrulladas (“El
primer día de enero que vendrá será primero día del año”, “Este día amanecerá
al alba”, etcétera). Se trata, pues, de una tradición ya antigua en época del
joven Leonardo.
Para la fonética-ficción, el nombre del
profeta-ermitaño resurge de manera extraordinaria en la novela Las aventuras de Pinocho (Le avventure di Pinocchio. Storia di un
burattino, 1883) de Carlo Collodi, cuyo personaje Grillo-parlante,
trasladado al inglés como Jiminy Cricket, llega al español como Pepe Grillo.
Este personaje, paziente e filosofo,
habla con Pinocchio y lo amonesta, con lo que representa a la conciencia que
busca orientar al niño-marioneta hacia las acciones correctas. Este grillo parlante
(que bien podría enunciarse como “grillo piedrante”), actúa, pues, en el
lenguaje de Leonardo, como la “piedra de grulla” de Pinocchio.
Muy fértil resulta la etimología de grulla;
los antiguos griegos se inspiraron en el nombre que daban a este pájaro, géranos, para denominar a una planta
cuyo fruto, terminado en un pico alargado, recuerda a la cabeza de una grulla y
a la que llamaron geránion (geranio,
literalmente “pico de grulla”).
En cuanto al latín grus, no sólo originó grulla
en España, sino en Francia grue, que
a su vez está íntimamente emparentada con otras tres palabras españolas: grúa (por la semejanza de esta
maquinaria con la figura de una grulla), gruyère
o gruyer (que toma nombre de la
localidad suiza de Gruyères, cuya heráldica implica una relación con las
grullas) y pedigrí (los ingleses acostumbraban
colocar en las actas genealógicas de la cría de caballos un signo formado por
tres pequeños trazos rectilíneos, muy similar a la huella de la grulla; el
nombre de esta marca, del francés pied de
grue —“pie de grulla”—, fue deformado por la pronunciación a pedigree).
Al describir a la grulla en lenguaje
arquetípico, Leonardo define a la conciencia no como un hecho dado sino como un
desafío, y afirma que la necesidad de mantenerla despierta es una verdad elemental. La “piedra de grulla”
es algo que nos obliga a mantenernos despiertos, y ello implica estar
consciente de la trampa que acecha en lo obvio.
En italiano la palabra grullo, masculino de grulla,
se aplica a una persona obtusa, dotada de poca inteligencia; durante siglos,
Perogrullo ha sido denigrado como bufón (la Academia de la Lengua define a perogrullada
como “Verdad o certeza que, por notoriamente sabida, es necedad o simpleza el
decirla”), y el mismo insulto recae sobre todo aquel que se atreve a preguntar
por qué la mano cerrada es puño, por qué amanece al alba, por qué el primero de
enero comienza el año... Leonardo emprendió una vindicación: Perogrullo no es
el que practica la sandez sino el único que se atreve a re-enunciar lo obvio y hacernos
ver lo que se oculta ahí.
Es necesario reiterarlo sin cesar: la
mentalidad occidental se basa en la noción del tiempo precipitado que no puede
perderse, puesto que el tiempo es oro y aquel que no es dedicado a la producción es tiempo perdido. Por ello
enunciar lo obvio es ridículo; y a fin de cuentas ya no sólo lo evidente se calla por sabido sino que todo se
considera sabido y todo se calla. El mundo ya no se entiende: se sobreentiende.
Oculta en esa casi infinita maraña de
sobreentendidos que llamamos cultura acecha toda una filosofía práctica, es
decir una ideología que ya nadie pone en palabras porque es obvia. Las “certezas notoriamente sabidas”,
las frases hechas, los lugares comunes lo cubren todo, y sólo vale la pena
decir aquello que los hace aún más obvios y por tanto menos dignos de ponerse
en palabras (ejemplos del cúmulo infinito: el mal es absoluto; el pez grande se
come al chico; el dominio, la conquista y la rapiña son endémicas; las clases y
castas son realidades; las supremacías son leyes; la devastación es el único
destino, etcétera).
Perogrullo es el grillo parlante, el que frota
sus alas y rasga el silencio mortuorio de la noche en donde se espera que nadie
hable, que todos callen por sabedores y mantengan así el adormecimiento
generalizado. El profeta-ermitaño tuvo y tiene el valor de atentar contra esas
leyes, dogmas y ordenanzas sobreentendidas; y si llamó puño a la mano cerrada
lo hizo como “piedra de grulla”, es decir como ejercicio para develar lo que
ocultan los sobreentendidos y enunciarlo para denunciarlo.
El amor, el temor y la reverencia, enseña
Perogrullo, nos urgen a convertirlo todo en piedra de grulla: obligarnos a
sostener algo que, si sucumbimos al arrullo cotidiano, se suelte y al chocar
contra el suelo nos despierte. Una forma de mantener despierta a la conciencia
es no dar nada por sentado: enunciar
una y mil veces cada sobreentendido si es necesario.
El dictum
de Leonardo puede reescribirse así: “Temiendo que su conciencia sea invadida
por falta de vigilancia, el grillo piedrante la custodia de tal manera que el
amor, el temor y la reverencia lo mantengan despierto”.
jueves, 19 de julio de 2012
Da Vinci: fragmentos
DGD: Textil 98 (clonografía), 2009 |
[Extractos de los extractos publicados por Edmundo Solmi en Leonardo da Vinci, Frammenti letterari o filosofici (G. Barbera editore, Florencia, 1900).]
¿Cuál es la cosa que cesaría de existir si se la pudiera definir?
El infinito, que sería finito si pudiera ser definido. Porque definir es
limitar la cosa definida con otra que la circunscribe en sus extremos, de modo
que lo que no tiene términos no puede ser definido.
La parte tiende a reunirse con su todo para huir de su imperfección.
El alma desea permanecer unida al cuerpo, porque, sin los instrumentos
orgánicos del cuerpo, no puede obrar ni sentir.
La cosa amada atrae al amante como lo sensible al sentido,
hasta que se unen en un solo objeto. La obra es lo primero que nace de esa unión.
Si la cosa amada es vil, el amante se torna vil. Cuando la unión conviene al
que la realiza, resulta para él deleite, placer, satisfacción. Cuando el amante
se une a la cosa amada, reposa en ella.
El mal que no me perjudica es como el bien que no me
aprovecha.
No reneguemos del pasado.
Las amenazas sólo son armas para el amenazado.
Quien no castiga el mal, ordena que se haga.
Todo nuestro conocimiento nos viene de las sensaciones.
Nuestra mente abandonada a sí misma nos engaña.- No hay cosa
que nos engañe más que nuestro juicio.
Como el hierro, por falta de ejercicio, se cubre de
herrumbre, y el agua se corrompe o se hiela por la misma causa, así el ingenio,
sin ejercicio, se deteriora.
No quiero excluir de estos preceptos un nuevo invento de especulación,
que, aunque parezca pequeño y casi risible, es de gran utilidad para encaminar
el ingenio hacia varias concepciones. Helo aquí: si observas algún muro lleno
de sucias manchas o en el que se destacan piedras de diversas sustancias, y si
te propones idear un paisaje, podrás ver ahí, sobre ese muro, las imágenes de
distintos países, ornados de montañas, ríos, peñascos, árboles, llanuras,
grandes valles y cuellos de múltiples formas; aún podrás ver ahí numerosas
figuras de batallas y de rápidas acciones, extraños aspectos de rostros y
actitudes, y otras infinitas cosas que podrás integrar en formas de arte. Y te
parecerá que, al contemplar sobre el muro tal mezcla de cosas imaginarias, te
ocurre lo mismo que cuando oyes un sonido de campanas, y te entretienes en
fantasear nombres y vocablos correspondientes a cada toque.
¡Pobre discípulo el que no deja atrás a su maestro!
[Del Bestiario:]
Dragón.- Van enlazados unos con otros formando a manera de zarzas,
y pasan los pantanos nadando con la cabeza levantada, en busca de mejor
postura. Si no se unieran de ese modo, perecerían ahogados: modelo de
concordia.
Tarántula.- La mordedura de la tarántula mantiene al hombre
en la disposición de espíritu en que se hallaba cuando fue mordido.
Lumerpa.- Nace en el Asia Menor. Su cuerpo es tan resplandeciente
que no proyecta sombra. No pierde su luz después de muerto. Jamás se le caen las
plumas, y si una se le arranca, deja ésta de resplandecer.
Pelícano.- Siente un gran amor por sus hijos; si los
encuentra en el nido, muertos por una serpiente, se hiere en el corazón y
bañándolos en una lluvia de sangre, les devuelve la vida.
Perdiz.- Se convierte de hembra en macho y se olvida de su
sexo primitivo; roba entonces por envidia los huevos a las otras aves, pero los
pichones siguen a la verdadera madre.
Grulla.- Temiendo que su rey perezca por falta de
vigilancia, las grullas lo rodean de noche, sosteniendo una piedra en una garra
a fin de que si el sueño las vence, el ruido que haría la piedra al caer las despierte.
Amor, temor y reverencia: escribe estas palabras sobre tres piedras de grulla.
*
sábado, 7 de julio de 2012
Fragmentario (IX)
DGD: Redes 146 (clonografía), 2012 |
Humildad y soberbia
No me siento superior a nadie. Esa es mi humildad.
No me siento inferior a nadie. Esa es mi soberbia.
*
Diálogo
—¿Por qué cuando alguien cambia de religión se llama
conversión, pero si cambia de ideario político o de disciplina científica es
sólo una cuestión de gusto?
—Quizás es
una forma indirecta de probar la existencia del espíritu. La vida del cuerpo es
frívola si se compara con la vida del alma. Cambiar de vía espiritual es
convertirte; lo demás es sólo cambiar de ideas.
—Pero a fin
de cuentas una cosa o la otra son simples cambios de creencias.
—Las
creencias nunca son simples. Y menos los cambios.
—¿Por qué
es tan importante creer?
—Creo que
no lo sé.
—Si
pudiéramos actuar sin tener que creer primero. Si sólo pudiéramos.
*
Coda extemporánea
Porque eso es lo que hace el poder instituido: convence al
individuo de que, porque va a morir, debe aceptar las otras muertes que el
poder asocia a la mortalidad física, y que no son, ni mucho menos, tan
imponderables como ésa: la muerte del amor, del conocimiento, de la infancia y
la adolescencia, de los sueños, de la sed, del deseo... Resultado: el hombre, a
la hora de morir, ya no tiene sino esa vida física que entregar, porque desde
mucho antes ha ido muriendo en partes, por zonas, por fragmentos, por niveles,
desde que en cada memento mori el
poder lo ha acostumbrado a ir de renuncia en renuncia.
*
Velar se debe la vida
El escritor y diplomático uruguayo Juan Zorrilla de San
Martín (1855-1931) es ante todo recordado por el poema Tabaré (1888), una
epopeya indígena americana. Uno de sus hijos, el escultor José Luis Zorrilla de
San Martín, en 1921 dirigió la última transformación de la casa familiar en el
barrio montevideano de Punta Carretas; en la parte superior de la chimenea del
comedor labró el escudo de los Zorrilla de San Martín. En ese escudo figura el
lema de esta familia: “Velar se debe la vida de tal suerte que viva quede en la
muerte”.
*
Más está en ti
En Opus nigrum
(1968), Marguerite Yourcenar hace decir a un personaje: “las gentes de mi
familia que duermen bajo esas losas llevan una divisa escrita en la almohada: ‘Más
está en ti’”. Plus est en vous: es
una paráfrasis explosiva de una divisa de san Agustín: Plus est en moi, que para el teólogo afirma a la vez la libertad
del hombre y la presencia de Dios en él. El cambio de “en mí” por “en ti” es
portentoso: es un abandono de la imagen de aquel que se contempla el ombligo y
sueña con ser superior a los demás, por la de un yo que se vuelve espejo y da
el salto a la otredad. Sólo si hay más en ti, soy. El más está en ti y soy yo y es el mundo.
*
Juventud
Los verdaderos jóvenes, de cualquier edad, se distinguen en
una sola cosa: tienen un gran futuro por detrás. Porque hacerse viejo no es
tener cada vez menos tiempo, sino un pasado cada vez mayor que decantar (en el
sentido alquímico) en un presente mayor sin ataduras.
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