DGD: Textil 119 (clonografía), 2010 |
lunes, 15 de septiembre de 2014
Fragmentos de Diario de Andrés Fava de Julio Cortázar (II de II)
La
máquina literaria. Cómo vuelve el deseo de una creación absoluta, sin error
posible, el acuerdo de una idea con su juicio, de un sentimiento con su imagen,
de una voluntad con su proyección y su praxis. Lo literario resulta de combinar
heterogeneidades en potencia con heterogeneidades en acto. Una sola de las
operaciones es ya tarea más allá del hombre. Por eso, tal vez, el escritor
continúa.
*
Middleton
Murry se mata queriendo explicar a Keats por sus versos y su correspondencia.
El error de siempre, insalvable; olvidar que esos son despojos de la gran
tormenta silenciosa, del huracán sin viento que se cumple en los intervalos.
*
Hay un
día en que la oreja alcanza su educación, en que la caracola aprende a
distinguir los rumores. [...] Incluso hay un día en que se aprende a
escuchar, en que se desdeñan rumores.
*
En Correo
Literario, Ulyses
Petit de Murat escribió
una historia del grupo Martín Fierro; supo ver la necesidad del recuerdo personal para colmar el
debido homenaje, y sus referencias a Borges están teñidas con la sustancia que luego defenderá
a los biógrafos de la mentira, la asepsia o la reconstrucción conjetural. Ahí
encontré el estupendo mot
de Borges, agarrando
de la solapa a Petit de Murat que le daba la razón en algo, y diciéndole:
—¿Y quién sos vos, mocoso, para
no discutirme?
(Cito de memoria.)
*
Cuidarse
del realismo al escribir. Eludir la fauna del zoológico, convocar a unicornios
y tritones, y darles realidad. La
literatura, como lo dice Malraux de la plástica, debe tender a una creación independiente, donde el mundo
cotidiano tenga la influencia que el escritor le tolere, y nada más.
*
Terrible
país de los sueños, donde la ley es un calidoscopio. Toda una noche me habita el
rostro, el cuerpo, la ternura de alguien a quien quiero, a quien encuentro en
la calle o tanto sitio de común aprecio. También retorna en el sueño siguiente;
durante semanas gobierna mi dormir con la misma fría petulancia de su vida.
Luego cesa. He pensado tantas
veces su imagen mientras andaba por la calle, al entrar a un café, frente a
poemas que un día nos gustaron a ambos. Toco con estas manos una misma región
diurna; nada cambia en esta celebración continua de un desaliento. Pero
entonces, bruscamente, falta. Sueño una noche entera episodios prodigiosos
donde su presencia sería necesaria, hasta forzosa. No está. Aún soñando me doy
cuenta. Sé al despertar que por semanas no volveré a ver su imagen; el
calidoscopio ha dado una pequeña vuelta, y otras leyes rigen este mundo en el
que sólo persiste un elemento común: mi ojo que mira, que mira.
*
Es
mentira que el niño cree su mundo en cuanto crear supone conciencia de
creación; el niño crea su mundo como el árbol su copa.
*
No te
olvides, nadador, que la gran ola que te lleva corre sobre la oculta espalda de
las arenas.
*
El
convertirse en un escritor (doy a la palabra todo su sentido humano) es menos
escribir ciertas cosas que resignarse y decidirse a no escribir muchas otras.
*
Gide dispone
de su vida y distribuye en ella, a distancias armónicas, los productos de esa
cultura —cultivo— que son sus libros. Su pensar, su sentir, su estilo
(que los une) y su vida están regidos por una divina proporción. La regla áurea,
en Gide, consiste en que nace de sí misma, como la forma del árbol; su búsqueda
atormentada tiene el valor pascaliano de ser ya un encuentro, de partir hacia
lo que íntimamente ya se es, para merecer
serlo.
*
El creador es responsable del futuro. Al revés del chino, que quisiera
congelar el porvenir para frustrarlo con un esquema libre y personal, el pintor
o el músico agregan un elemento más, activo y viviente, a la palpitación
virtual del futuro. Al pintar, de entre todas las posibilidades se
escoge una que entra desde ese instante en el futuro.
*
Argos,
con sus mil ojos, desesperado mito del hombre: Sospecha jamás probada de que
acaso somos un solo ser; de que también yo estoy viendo (como en El Aleph) todo lo que amo, pero separado de
mi visión por la culpa, por los orígenes.
Argos, deseo humano de verlo
todo a la vez, aquí, ahora.
* * *
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