domingo, 15 de febrero de 2015
Jodorowsky en 1972: Ben-Sara reflexiona sobre el mal
Acaso una de las más memorables reflexiones que
se han hecho acerca del mal se encuentra en una de las Fábulas pánicas
escritas y dibujadas por Alejandro Jodorowsky en México, publicada el 24 de septiembre
de 1972.
En estas planas semanales de cómic, divulgadas
por el suplemento cultural de un diario de gran circulación entre 1967 y 1974,
el autor transmitió contenidos esotéricos y míticos situándose plenamente en el
terreno de la fábula, un medio narrativo abierto, por tradición, a las
simplificaciones y generalizaciones, es decir, al regreso a las esencias. No
obstante, en este caso no bastan a Jodorowsky las características de la fábula,
sino que además hace que el protagonista sea un “idiota infinitamente bueno”.
Esta característica del personaje, llamado
Ben-Sara, no es gratuita: Jodorowsky crea a un ser más cercano a la visión de
los niños que a la de los maestros adultos, porque sólo alguien de esta
naturaleza “doblemente simple”, y a la vez “doblemente pura”, es capaz no sólo
de ofrecer una enseñanza, sino de plantear, excepcionalmente, algo situado antes
de toda moraleja (es decir, antes de la razón). El carácter inocente de
Ben-Sara lo coloca antes de las posibles contradicciones (o “límites
absolutos”) de los maestros.
Es esto lo que singulariza a este personaje
marginal, y aún más a esta Fábula pánica en particular, en la que
Ben-Sara reflexiona de este modo:
El demonio no hace nada a Dios porque
Dios es infinitamente poderoso. El mal es un acto. Si el demonio no puede hacer
nada a Dios, no es malo, sólo quiere ser malo. El diablo se cree malo
pero nunca ha podido comprobarlo: es un fracaso continuo. Un ser infinitamente
bueno no hace mal a nadie. Para el diablo es un mal no poder ser malo. Dios
quiere, por su bondad, dar al diablo la oportunidad de ser malo para que no
sufra. Como Dios es infinitamente poderoso, debe volver débil una parte de sí
mismo para que el diablo se realice. Esta parte débil es la raza humana. La
raza humana, parte débil de Dios, existe para que, haciendo el mal, el demonio
se realice.
Más allá de cuestionar el origen del mal, una
pregunta resulta más imperiosa: ¿por qué el poder sirve a una idea del mal
absoluto y la reafirma a cada instante, mientras que en la balanza dialéctica
simplemente no puede hablarse de un bien absoluto? Incluso parece a la inversa
de la fábula jodorowskiana: el mal ha vuelto débil una parte suya para que el
bien se realice pero no como magnitud contrapuesta, sino como coartada del mal,
es decir como pretexto para que el mal siga existiendo (casi diríase para que
el mal sea la existencia misma).
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Bibliografía
Alejandro Jodorowsky: Fábulas pánicas,
Grijalbo, México, 2003, p. 250. Edición de D.G.D., en colaboración con Claudia Peña y Richard Chartier.
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[De Libro de Nadie 3. Leer el siguiente capítulo.]
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