domingo, 15 de octubre de 2017
La literatura “rara” y las corrientes subterráneas (XXI)
La desnudez
A fin de cuentas y más allá de las diferencias y las
similitudes, Chazal parece hablar por él y por Porchia —así como por todo artista
tocado por la suprema intuición de la mirada recíproca, y por todo escritor que
en verdad asume el desafío máximo del lenguaje— en este fragmento:
He ahí otra
posible definición de la literatura que nos ocupa: desnudez. Una cierta forma
de la desnudez que no suele parecer necesaria en la literatura de la así
llamada “corriente principal”.
Literatura secreta
La literatura se vuelve cada vez más secreta. La cultura
audiovisual del homo videns parece
depender no sólo de la imagen sino del afán de alejar al público de la lectura
y, en todo caso, de convertir al acto de leer en una forma del entretenimiento.
Existe, sí, una reducida lista de escritores activos que gozan de renombre; son, en su mayoría, los que
por una u otra razón han logrado ir más allá del cada vez más arduo “umbral del
olvido”, según lo llaman las tablas de la publicidad y la propaganda.
Las leyes
neoliberalistas del mercado, basadas en el conductismo y la manipulación, lo
abarcan casi todo; ellas estipulan que el individuo (en cualquiera de sus
nombres utilitarios: espectador, ciudadano, consumidor) tiende al olvido. Bajo
esta consideración, “fama” es lo que consigue un determinado elemento (sujeto u
objeto) cuando a través de los mass media
envía al “dominio público” la suficiente cantidad de estímulos (imágenes,
lemas, nombres) como para superar la velocidad del olvido y fijarse por más o
menos tiempo en la memoria colectiva.
Fuera de esa
lista de escritores con “renombre”,
casi cualquier otro escritor cumple un nuevo acto secreto con cada libro que
publica. Curioso fenómeno: a medida que se reduce el espectro literario, se
amplían —aunque esta dilatación es relativa— los círculos de “iniciados”, esto
es, aquellos que se ligan por una u otra razón a tal o cual obra. Cada autor
involuntariamente “secreto” tendrá sus lectores y éstos, sea cual sea su número
y conociéndose entre sí o ignorándose, formarán un círculo de iniciados. Sin
embargo, hay un exoterismo en este esoterismo: “iniciado” es cualquiera que lea
a un autor no incluido en esa lista de nombres conocidos.
¿Qué sucede,
pues, con aquellos escritores que además eligieron como propio el territorio de
lo secreto, de lo marginal, de lo ajeno al llamado mundo de la cultura? El
poeta argentino Roberto Juarroz responde:
*
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