DGD: Textil 38 (clonografía), 2001 |
martes, 5 de agosto de 2014
Notas dispersas a La cura de luz, VI
Mucho después
de haber abandonado Adán el paraíso, seguía ardiendo la llama en su hogar.
Lowry: Bajo el volcán
En
Génesis 1:2 se dice que la oscuridad está en la cara de lo profundo: “Y la
tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del
abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas” (Reina
Valera), y en la Vulgata esto se enfatiza: super
faciem abyssi. En Génesis 7:11, todas las fuentes de las profundidades son
rotas (rupti sunt omnes fontes abyssi
magnae) y las aguas del abismo cubren la entera superficie de la tierra: “El
año seiscientos de la vida de Noé, en el mes segundo, a los diecisiete días del
mes, aquel día fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las
cataratas de los cielos fueron abiertas” (Reina Valera).
*
Antigua
es la asimilación del ojo a una lámpara:
La lámpara
del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno
de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que,
si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?
(Mateo 6:22)
La lámpara
de tu cuerpo es tu ojo; cuando tu ojo es bueno, también todo tu cuerpo está
lleno de luz; pero cuando tu ojo es maligno, también tu cuerpo está en
tinieblas. Mira pues, no suceda que la luz que en ti hay, sea tinieblas. Así
que, si todo tu cuerpo está lleno de luz, no teniendo parte alguna de
tinieblas, será todo luminoso, como cuando una lámpara te alumbra con su
resplandor. (Lucas 11:34-36)
El ojo
es una lámpara. La frase de Cristo también se ha traducido como “si tu ojo es
sencillo” o si es “sincero”, lo cual suele explicarse como “si está todo en una
sola dirección; si está enfocado; si es generoso”.
*
Y acaso
a esa luz enfocada y unidireccional se refieren esas misteriosas líneas del
Evangelio de Juan (1,5): “Y esta luz resplandece en las tinieblas, pero las
tinieblas no la recibieron”. Este giro se aclara en otra traducción: “Y la luz
brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron”.
*
En la
novela Soy un gato (1905), Natsume
Soseki cita un antiguo poema chino:
Quien
simplemente se sienta
durante
toda una noche bajo la luz de la luna
se
desvanece, se desvanece de sí mismo,
es capaz de
liberarse del mundo
y liberarse
de sí.
Esta es
la definición perfecta de la luz reflejada a la que alude Swann. La luz solar,
que es directa, concreta, materializa, solidifica, ata al mundo. La luz lunar,
que es reflejada, desvanece, espiritualiza, sutiliza, libera al mundo.
*
Puede
relacionarse esto con un verso del Salmo 121 (6): “El sol no te fatigará de
día, ni la luna de noche”.
*
Luz
directa, luz reflejada. De la misma forma, en The Book of the Sacred Magic of Abramelin the Mage (1900), Samuel
MacGregor-Mathers diferencia a Lucifer (del latín lux, luz, y fero, portar:
“portador de luz”) de Lucífugo (de lux y fugio,
huir de, es decir, “el que huye de la luz”).
*
Hay
ecos paganos muy antiguos en esto. Moloch o Moloch Baal, dios de fenicios,
cartagineses y canaanitas, era considerado símbolo del fuego purificante, es
decir del alma (en ese sentido se le identifica con Cronos y Saturno). Según
ese mito, hubo una catástrofe en el principio del universo: el espíritu de
Moloch, al convertirse en materia, se transforma a sí mismo en oscuridad. Es
esto coinciden las creencias fenicias y alguna forma del gnosticismo primitivo:
el hombre es la encarnación de esa tragedia, y para redimirse de ese pecado era
necesario ofrecer sacrificios a Moloch. Las víctimas de estos sacrificios eran
los niños, especialmente los más pequeños, por estar más impregnados de
materia, una característica que, según este extraño mito, pierden los adultos
con el tiempo a medida que desarrollan un espíritu individual.
Curarse de la oscuridad es curarse de
la materia. La cura de luz vendría desde ese remoto pasado: una vuelta a la
espiritualidad, o bien una lucha con objeto de que el espíritu no fuera
devorado por la materia.
*
“Los
ojos del hombre”, dice don Juan Matus según Carlos Castaneda, “pueden realizar
dos funciones: una es ver la energía en general, tal como fluye en el universo,
y la otra es ‘mirar las cosas de este mundo’. Ninguna de ellas es mejor que la
otra; sin embargo, educar a los ojos sólo para mirar es un lamentable e
innecesario desperdicio.”
Y agrega: “Ver es un conocimiento
corporal. La preponderancia del sentido visual en nosotros influye en este
conocimiento corporal y hace que parezca estar relacionado con los ojos.”
Si mirar la luz directa es un asunto
de los ojos, ver la luz reflejada es, pues, un acto corporal.
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