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lunes, 6 de enero de 2020
El misterio de los cien monos (XXVIII)
El
Registro Akáshico
La palabra sánscrita âkasha equivale a
“eterno”, pero también a “éter”, definido como una finísima sustancia
parafísica que baña a todo el universo en tanto vibración (no sólo lumínica
sino también sonora) y cuya característica es la de ser una especie de emulsión
sensible, multidimensional y pansensorial. Así, el Archivo o Registro Akáshico
lo guarda todo: no únicamente pensamientos, palabras, acciones y vivencias
humanas sino la historia viva del cosmos entero. Esta magna Biblioteca recibe
distintos nombres: crónica akasha (Steiner y los antropósofos), luz astral
(Eliphas Lévi y los ocultistas), éter de gafiro (los cabalistas), éter
reflector (Rosacruces). Los iluminados, los artistas, los locos, los niños, se
conectarían de modo privilegiado con ese Registro en niveles y aproximaciones
distintos. Ciertos “canalizadores” lo llaman simplemente “La memoria del
mundo”. Paracelso lo denominó anima mundi, acaso haciéndose eco del
hermetismo de Plotino.
Para
algunos hinduistas, ese espacio simbólico que abarca al universo se refleja a
escala en el ventrículo izquierdo del corazón. H.P. Blavatsky introdujo el
Archivo Akáshico en la teosofía, aunque el popularizador de esa idea en
Occidente fue el misterioso Lobsang Rampa (seudónimo del inglés Cyril Hoskin)
en su monumental best-seller de la contracultura, El tercer ojo
(1957), en el que afirma que se trata de un concepto explicable sólo desde un
punto de vista tetradimensional. Desde el lado de la ciencia expandida, los
campos mórficos de Rupert Sheldrake cuentan con el antecedente de la idea de
memoria genética que el científico ruso Iván Efremov (1907-1972), desarrolló en
el relato de ciencia-ficción “Un secreto de Hellas”, según el cual todos los
pensamientos, palabras y actos de los ancestros está grabado en el código
genético.
Iván
Antonovich Efremov (el verdadero patronímico es Antipovich) combinó sus
carreras de biólogo y paleontólogo con la escritura de relatos y novelas de
ciencia-ficción, la más conocida de las cuales es La nebulosa de Andrómeda (1957).
Uno de sus más tempranos relatos, “Un secreto de Hellas”, fue escrito hacia
1941 pero apareció años más tarde debido a que el tema de la genética estaba
prohibido en esa época por el gobierno ruso. La idea de una memoria genética de
las generaciones sería desarrollada por Efremov en la novela El filo de la
navaja (1963), cuyo trasfondo espiritual agravó la proscripción del Partido
Comunista hacia este autor. Por otra parte, su relato “Una sombra del pasado”
(1945) inspiró al físico soviético Yuri Denisiuk (o Denisyk), miembro de la
Academia de Ciencias de la antigua URSS, y lo llevó a la invención de la
holografía práctica. En ese texto de Efremov, cuando se iluminan de cierta
manera unas rocas desnudas, puede verse la imagen vívida, tridimensional, de un
gigantesco dinosaurio.
La
cultura informática del siglo XXI cuenta con una gran metáfora del Registro
Akáshico: la red computacional que cubre el mundo y en la que circula sin cesar
una inimaginable cantidad de información. Esa metáfora hace posible visualizar
el Registro Akáshico como la gran “base de datos” del universo pero, más allá,
permite imaginar su carácter interactivo: las inmensas cosmopistas
etéricas, en su vibración que sólo es representable como vértigo colosal,
tienen una influencia directa en la cotidianidad individual y colectiva, e
incluso en las realidades potenciales que teje y desteje el azar a cada
instante. Todo está escrito en el tiempo y el espacio: la trama de los sueños,
los mitos y los arquetipos, las realidades espirituales, la crónica de lo
invisible. Por ello el místico Edgar Cayce lo llamó “El libro de la vida”.[1]
El
audaz salto de Sheldrake no pretende ser “nuevo” sino integral; dicho de otro
modo: ha sabido conjuntar lo antiguo y lo reciente y dar una inusitada
perspectiva no sólo a la psicología y al concepto alma, sino a todas las
disciplinas del conocimiento. El teólogo Matthew Fox, con quien Sheldrake
colabora en Natural Grace, intenta medir esta reconquista:
El filósofo Charles Fair dijo una vez que cuando una
civilización pierde el significado de alma, ello es un signo de que se
encamina hacia su desaparición. Nuestra civilización perdió ese significado
hace mucho tiempo. Al menos no hablamos de ella con mucho convencimiento. Esas
son las malas noticias, pero hay buenas nuevas: perdimos las imágenes
originales del alma, pero cuando logramos nuevas imágenes de ella, estamos
creando una nueva civilización.
Natural Grace
cobra también un especial significado en tanto se trata del diálogo entre un
científico vanguardista y un teólogo independiente. En marzo de 1993, Fox
(fundador de la University of Creation Spirituality de Oakland, California) fue
expulsado de la orden dominicana debido a lo audaz de sus teorías
liberales-humanísticas, que mezclan misticismo, estudios bíblicos, feminismo,
psicodelia y meditación trascendental. Sheldrake estaría en un idéntico riesgo
si la ciencia contara con una estructura eclesiástica —pero en el territorio
científico el equivalente de la excomunión ha sido siempre el descrédito y la
ridiculización.
“Aportar
nuevas imágenes del alma.” Una vez más aparecen las figuras-puente, aquellas
que tienden a unir la antigua sabiduría con el presente amnésico. Se trata de
la gran aportación de Jung, quien sentía que su obra era precisamente la cadena
dorada que unía al gnosticismo y a la alquimia filosófica con la moderna
psicología del subconsciente humano a través de las tradiciones de la pansofía
o la teosofía. Jung alcanzó este portento por medio de la proverbial
sustitución de términos: en lugar del dios alimentado por la fe, colocó una
verdad existencial alimentada por la experiencia, un símbolo de permanente
valor, una metáfora-madre que enseña a ver las demás metáforas de que está
compuesto el mundo.[2] Para Jung, así como
para Sheldrake, el poder de la imaginación es el camino para la gnosis,
la vía para acceder a la simultaneidad que nos hace contemporáneos y coetáneos
(o, mejor dicho, coexistentes) con todos los niveles del ser extendidos por el
tiempo y el espacio.
*
Notas
[1] Cf. Kevin J.
Todeschi: Edgar Cayce on the Akashic Records: The Book of Life, A.R.E.
Press (Edgar Cayce Association for Research and Enlightement), Virginia Beach,
1998.
[2] Cf. Stephan A.
Hoeller: The Gnostic Jung and the Seven Sermons to the Dead, The
Theosophical Publishing House, Wheaton (Illinois), 1982.
Textos citados
Efremov, Iván: A Meeting Over Tuscarora &
Other Adventure Stories, Hutchinson, Londres, 1946.
——:
“Una sombra del pasado” (1945), en Lo mejor de la ciencia ficción soviética
II, Ediciones Orbis (col. Biblioteca de Ciencia Ficción 63), Barcelona,
1986.
Sheldrake, Rupert,
y Matthew Fox: Natural Grace: Dialogues on Science and
Spirituality, Bloomsbury, Londres, 1996; Doubleday, Nueva York, 1996.
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