miércoles, 26 de julio de 2023

García Lorca, poeta oceánico (1)

DGD: Postales, 2023.

 

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García Lorca, poeta oceánico (1)

 

Nota

 

A la obra poética de Federico García Lorca (Fuente Vaqueros, Granada, 5 de junio de 1898-Granada, 18 de agosto de 1936) bien podría serle aplicado el símil fluvial, por su torrente incesante, pero entonces también deberían usarse otras analogías: océano, línea de agua, catarata, puesto que se trata de una obra que experimenta en todos los registros, desde la inocencia amorosa que lucha por salvaguardarse (“Y aunque no me quisieras te querría / por tu mirar sombrío, / como quiere la alondra al nuevo día, / sólo por el rocío”) hasta el clamor (“Y me duele la carne del corazón / y la carne del alma. Y al hablar, / se quedan mis palabras en el aire / como corchos sobre agua”) y las enseñanzas de la experiencia humana (“¡Oh el más profundo dolor, / el dolor de la alegría, / reja que nos abre surcos / donde el llanto fructifica!”), así como las imágenes inéditas (“Vendrán las iguanas vivas a morder a los hombres que no sueñan / y el que huye con el corazón roto encontrará por las esquinas / al increíble cocodrilo quieto bajo la tierna protesta de los astros”). En cierto modo esta universalidad se refleja en el hecho de que este es el poeta con un mayor número de postales (treinta) consagradas a su hechura. Este es la primera entrega de un retrato (en) (con) postales dividido en tres. [DGD]

 

 


 


 


 


 

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La edición de Poesía completa de García Lorca contiene los siguientes títulos: Libro de poemas (1921), Poema del cante jondo (1921), Primeras canciones (1922), Canciones (1921-1924), Romancero gitano (1924-1927), Poeta en Nueva York (1929-1930), Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1935), Seis poemas gallegos, Diván del Tamarit (1936), Poemas sueltos, Cantares populares.

 

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 [Leer García Lorca, poeta oceánico (2)]

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domingo, 16 de julio de 2023

José Carlos Becerra: la adivinanza en el espejo

DGD: Postales, 2023.

 

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José Carlos Becerra: la adivinanza en el espejo

 

Nota

 

El erotismo es una de las laderas principales de la poesía de José Carlos Becerra (Villahermosa, 21 de mayo de 1937-Bríndisi, 27 de mayo de 1970), el territorio en que esa poesía es más deslumbrante y reveladora. El poeta comienza delineando su campo: “este amor al que no debemos llamar amor sino adentro de sus aguas. / Este amor, este amor, / este instante donde el infinito es la obra de los que se aman, / de aquellos que llegan al estanque de cada caricia como buzos sagrados”.

   “La desnudez es nuestra lucidez verdadera”, y esa lucidez radica en la mirada: “y nos miramos, penetramos en esas zonas / donde los ojos se construyen a sí mismos, dejándose llevar por las alianzas de sus imágenes”. O bien: “En tu corazón un pájaro vuela hacia la noche. / Tú te miras en el espejo como en una adivinanza”.

   El poeta que contempla el mundo desde su yo mira menos que cuando lo contempla desde los ojos de un : “en tus ojos aquello que miras despierta en ti misma como pequeños niños / que se sientan al borde de sus camas / esperando que vengan a vestirlos”.

   Lo mismo sucede con el lenguaje: “el mundo cabe en una palabra porque el mundo no es una palabra, / ninguna mirada está consigo misma, / ninguna palabra volverá sobre sí misma”; “palabras, si son ustedes la belleza, ¿por qué no son la desnudez?”; “entra la noche y entra el día por la ventana / y entro yo por la ventana y entra la ventana por la ventana, / como bocas que pasan en lo que dicen, / como bocas que sueñan lo que dicen”.

   En ese mismo poema (el admirable “La hora y el sitio”), el poeta habla a todos desde la simultaneidad: “ya no sé nada, / no estoy con ustedes si acaso me leen, / por la ventana entra el sol, entra la noche como una mujer sin alas, / entro yo, entra mi voz y aún no estoy con ustedes”. Tal vez lo que no basta es el estar con. No basta; nada es bastante: “Escribir un nombre sobre un rostro, escribir un rostro sobre una mirada, / esperar la señal de la noche en el color blanco de unas manos, / retener la respiración como si fuera un secreto respirar; no basta”. Y tal vez nada basta ni ha de bastar sino hasta que la voz que entra por la ventana (y la imagen/adivinanza que entra por el espejo) transforme ese estar con en un ser en. [DGD]

 

 


 


 


 


 

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José Carlos Becerra estudió los primeros años de la carrera de arquitectura en la UNAM para finalmente abandonarla y dedicarse por entero a la literatura. Becario de la Fundación Guggenheim, partió a Nueva York en 1969 y de ahí a Europa, en donde perdió la vida en un accidente automovilístico mientras manejaba solo hacia Bríndisi, a orillas del mar Adriático, en la región de Apulia, Italia. Obra: Oscura palabra (1965), Relación de los hechos (1967), Fotografía junto a un tulipán (1970). En 1973 Ediciones Era publicó una edición póstuma de su obra poética 1961-1970: El otoño recorre las islas, en una edición preparada por José Emilio Pacheco y Gabriel Zaid con prólogo de Octavio Paz.

 

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 [Leer García Lorca, poeta oceánico (1)]

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