jueves, 18 de febrero de 2016

Página apócrifa del diario de Sherlock Holmes (Fragmentario XX)



DGD: Textiles-Serie roja 27 (clonografía), 2011


Mi querido Watson se maravilla una y otra vez de lo que llama mis asombrosos razonamientos. ¿Cómo explicarle que no hay ahí ninguna ciencia, ningún uso esotérico de la inteligencia y menos aún de la razón? No he podido convencerlo de que soy un ferviente seguidor del Tao Te Ching, en donde Lao Tse establece: “Elimínese la sabiduría, rechácese la inteligencia”. Se me ocurre proponer a Watson una analogía con dos animales, la urraca y la tortuga. La urraca, que tiene fama de chismosa, para serlo debe asimilar toda la información posible, estar enterada no sólo de todo lo que sucede sino de los detalles e incluso de las distintas versiones de cada suceso, según circulan en los canales de la chismografía. Es tan omnívora como su alimentación. La urraca se entera de todo, pero en cambio, la tortuga todo lo mira, que no es lo mismo, y a diferencia de aquélla, guarda silencio y filtra. Esa es la clave. La urraca asimila todo lo que puede pero no todo lo que asimila le sirve y por tanto hace una selección de sucesos y objetos, llevada más bien por el afán de mantenerse como principal comentadora y hasta crítica de su entorno. Los sucesos fluyen casi con la misma rapidez con la que fluyen de su pico convertidos en palabras. En cambio, la tortuga contempla y calla, y en su interior crece lo que muy bien podríamos llamar la realidad, porque lo que ha afinado no son sus pensamientos ni su forma de razonar, sino sus filtros. En efecto, vemos el mundo según el color del cristal que nos ponemos ante los ojos, y mientras lo que la urraca se pone ante la vista es información, la tortuga se pone filtros muy bien calibrados para detectar lo que para ella es importante o trascendente. También se podría decir, un poco forzando los términos, de este modo: la urraca ve cosas sueltas; la tortuga, conjuntos. Quizás podría decirse que la inteligencia es la urraca. No sé qué es exactamente la tortuga, pero sí lo que no es. No es ni inteligencia ni sabiduría. La urraca tiene filtros, pero sólo le son útiles para no dejar pasar lo que cree que no le sirve para algo. La tortuga tiene filtros, pero lo que no deja pasar es lo que la urraca valora. Podría decirse que la urraca es precisamente lo que la tortuga no deja pasar.



[Leer  Fragmentario (XXI).]

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