sábado, 5 de febrero de 2022

El decálogo de Jan Svankmajer (1)

DGD: Postales, 2021.

 

Jan Svankmajer, cineasta de temática fundamentalmente surrealista, nació en Praga en 1934; de ascendencia bohemia germánica, ha adquirido la nacionalidad checa. Estudió en la Universidad de Artes Aplicadas de Praga y más tarde en el Departamento de Títeres de la Academia de las Artes Escénicas de la capital checa. Su primera película, El último truco (1964), refleja su experiencia en el teatro multimedia Laterna Magika. Bajo la influencia del filósofo, ensayista y crítico Vratislav Effenberger (1923-1986), Svankmajer cambió la tónica de sus primeros trabajos por el surrealismo; su primera obra dentro de esta corriente fue El jardín (1968). A continuación se unió al grupo surrealista checoslovaco. En las décadas posteriores se le conocerá ante todo por su trabajo en el campo de la animación cinematográfica, en el que mezcla diversas técnicas, como el stop motion, con actores reales, máquinas, figuras de arcilla, muñecas antiguas, etcétera. El propio Svankmajer complementa su dimensión cinematográfica con la creación de una obra plástica asociada a sus películas y un corpus teórico de textos que dan a conocer su pensamiento artístico. El más influyente de estos textos es su Decálogo, publicado en 1999. Este Decálogo está dirigido a cineastas consagrados a la animación, pero si se entresacan las líneas principales bien puede ser visto de una manera más amplia, como una serie de principios esenciales para todo aquel que se dedica a cualquier disciplina artística. (A las citas parciales de las postales añado los respectivos fragmentos completos.) [DGD]

 

 

[Texto completo de (I):] Graba en tu espíritu que la poesía es sólo una. Lo contrario a la poesía es la especialización profesional. Antes de comenzar a rodar una película, escribe un poema, pinta un cuadro, haz un collage, escribe un relato, un ensayo, etcétera. Porque sólo alimentando la universalidad de los medios de expresión tendrás la garantía de realizar una buena película.

 

[Texto completo de (II):] Sé un completo sumiso de tus obsesiones. Tus obsesiones son, con mucho, lo mejor que posees. Son reliquias de la infancia. Y es de las profundidades de la infancia de donde proceden los mayores tesoros. Es preciso dejar siempre la puerta abierta a lo que viene de afuera. No se trata de recuerdos, sino de sentimientos. No se trata de lo consciente, sino de lo inconsciente. Deja que este río subterráneo corra por ti libremente. Concéntrate en él y relájate al máximo. Cuando ruedes una película debes sumergirte en lo interior veinticuatro horas al día. En semejante estado, todas tus obsesiones, toda tu infancia se instalarán en la película sin que seas consciente de ello. De esta manera, la película será un triunfo de lo que proviene de la infancia. Este es el objetivo.

 

[Texto completo de (III):] Utiliza la animación como si realizaras una operación mágica. La animación no consiste en hacer que se muevan las cosas muertas sino en reanimarlas. O mejor, en darles vida. Antes de reanimar un objeto en una película tuya, intenta comprenderlo, pero no a través de su función utilitaria sino de su vida interior. Los objetos, sobre todo los objetos viejos, son testigos de distintas historias que han quedado impresas en ellos. Han sido tocados y manoseados por personas que se encontraban en distintas situaciones y bajo la influencia de distintas emociones, y que han dejado en ellos las huellas de sus estados psíquicos. Si quieres hacer visible, a través de la cámara, el contenido que se oculta en estos objetos, debes escucharlos, a veces, incluso durante varios años. En primer lugar tienes que convertirte en un coleccionista, y sólo después de esto en un cineasta. La reanimación hecha mediante la animación debe realizarse con naturalidad, debe emanar de los objetos y no de tu deseo. ¡Jamás ejerzas violencia sobre los objetos! No te sirvas de los objetos para contar tus historias: cuéntales las suyas.

 

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[Leer El decálogo de Jan Svankmajer (2).]

 

 

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