miércoles, 5 de abril de 2017
La literatura “rara” y las corrientes subterráneas (II)
Periplo y aventura
(continúa)
Una antigua crónica
budista narra la conversión de Buda:
La leyenda subraya el
gesto horrorizado del padre de Gautama cuando se entera de este deseo de
conversión. Cuando comienza esta narración, Gautama es el príncipe del
propósito y la encomienda, y de pronto se convierte en vagabundo y casi diríase
en “rebelde sin causa”. Un príncipe tiene causa: organizar, producir, mantener
la pirámide en movimiento, hacer la guerra (en donde es frecuente la palabra
“causa” como sinónimo de ideario), mientras que el vagabundo o mendigo se
rebela contra las causas y prefiere la buena de Dios a la mala del hombre.
Esta contraposición de imágenes podría usarse como imagen
de una oposición: por un lado, la literatura convencional o dócil a una
convención; por otro, la literatura no convencional o indócil.
En un poema, Ursula K. Le Guin llega a escribir estos versos:
Es decir que la revelación
sólo puede darse al regreso de un periplo vital. En esto el poema de Le Guin no es sino fiel a la
etimología: periplous
significa “navegación alrededor” (como en “perímetro”), lo cual también puede
decirse “navegación en círculo”: según esta idea, el verdadero viaje se cumple
cuando el círculo se cierra.
En la Odisea, el
viaje de Odiseo es en realidad un periplo: se inicia en Ítaca cuando el
protagonista va hacia Troya y se cumple veinte años después cuando regresa a
Ítaca.
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