sábado, 15 de mayo de 2021

Lo que es hierba

DGD: Postales, 2020.

 

 

Respuesta a la encuesta de Cristina Briceño

“¿Qué importancia tiene la poesía?”

 

En el terreno personal la más propia respuesta se traduce en una anécdota. En la adolescencia yo contemplaba a los árboles como objetos, es decir como “cosas” inmóviles sólo movidas por una fuerza exterior a ellas, lo cual significa que los consideraba inanimados. En esa época tuve el privilegio de toparme con un poema de Ricardo Reis, uno de los heterónimos de Fernando Pessoa, y especialmente con estos versos: “Más parece ondular por un temblor propio, / que por el viento, / lo que es hierba”.

          Fue toda una revelación que para siempre y por completo cambió mi punto de vista; a partir de ese momento ya no pude mirar al mundo vegetal como antes: árboles, arbustos, follaje, plantas, el pasto mismo se mueven desde dentro: palpan, tocan, expresan, danzan. En otras palabras: están vivos. Y si están vivos, tienen conciencia y todo lo que ella implica. Los primeros hombres deben haber visto así a los árboles: su movimiento no podría ser sino el propio de seres vivos y conscientes: esa vida, esa conciencia, hacían sagrada hasta a la más humilde hoja de hierba; ella mueve tanto como es movida: no sólo dialoga con el viento sino que asimismo le da impulso, lo retroalimenta.

          Tampoco en mí la lectura del poema fue una influencia únicamente “exterior”: ya algo en mi intuición me lo decía, sólo que no contaba con las palabras exactas para hacer presente esa verdad, una verdad que además combatiera a la falsa percepción según la cual la hierba era una cosa como cualquiera otra y, por tanto, inanimada. “Ánima” significa alma: Pessoa/Reis me había ayudado a reconocer el alma vegetal, y su bellísima danza eterna.

          Bien puede decirse que ahí radica la fundamental importancia de la poesía (si queremos usar esa palabra, que bien podría ser relevancia, o incluso esencialidad): la revelación de mundos ocultos por la costumbre, el enriquecimiento de la percepción y la devolución de los sentidos a sus más desusadas potencialidades. No es que yo a partir del poema pasara a creer en una “ilusión”, o que diera crédito a algo que va contra las leyes de la física o de la biología; el poeta mismo dice “Más parece ondular” y no “Ondula”: habla de apariencias, pero sutilmente sugiere que aquellas leyes podrían ser aún más aparenciales.

          La revelación no consistía en que el poema me hiciera “imaginar” que los seres vegetales ondulan “por un temblor propio”, sino en que el poeta me había devuelto algo que yo había perdido: la capacidad metafórica de romper la cosificación del mundo y de acceder, de una manera palpable, inmediata y vivencial, a aquello que de la realidad profunda nos ha sido escatimado.

[DGD]

*

 

P O S T A L E S  /  D G D  /  E N L A C E S

Voces de Antonio Porchia

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2 comentarios:

Cristina BF dijo...

Siempre admiré a los poetas por la capacidad de expresar lo que intuía sin saber.

Venturamleon@yahoo.com dijo...

Así es: la poesía nos abre a los hombres todos los caminos para llegar y ver lo que no percibimos con los ojos.