miércoles, 15 de septiembre de 2021

Los dioses (Una tipología) (XII)

DGD: Postales, 2021.

 

 

La tierra va más sola ahora sin dioses / pero nunca blasfema.

Eugenio Montejo: Terredad (1978)

 

 Omnipotencia e inefabilidad de Zeus

 

—Un epíteto usado por la diosa Iris acaso lo define: “Zeus, el conocedor de los eternales decretos” (Ilíada XXIV).

          —“¡Padre Zeus! Dicen que superas en inteligencia a los demás dioses y hombres, y todo esto procede de ti” (Menelao, Ilíada XIII).

          —Zeus exclama: “¡Hera! No esperes conocer todas mis decisiones, porque te resultará difícil aun siendo mi esposa. Lo que pueda decirse, ningún dios ni hombre lo sabrá antes que tú; pero lo que [yo] quiera resolver sin contar con los dioses, no lo preguntes ni procures averiguarlo” (Ilíada I): aun para los dioses las resoluciones de Zeus son inescrutables.

          —Si de los dioses se dicen que lo saben y presencian todo, estas capacidades en Zeus deben ser aún mayores. “Díganme ahora, Musas que poseen olímpicos palacios y como diosas lo presencian y conocen todo, mientras que nosotros oímos sólo la fama y nada cierto sabemos” (narrador, Ilíada II).

          —Lo que se interpreta como locura podría ser la parte esotérica de la conducta de Zeus y sus inexplicables cambios de humor: “[S]i entonces el largovidente Zeus ofuscaba a nuestra razón, ahora él mismo nos impele y anima” (Héctor, Ilíada XVI).

          —Pese a todo, ni siquiera Zeus/Júpiter es omnipotente.

 

 

El secreto de los dioses: el icor

 

—Escribe Graves en La guerra de Troya: “Los dioses y las diosas nunca sangran, pero un líquido incoloro llamado icor manaba de la herida producida por la lanza”. Aquí radica la clave: “[E]l icor; que tal es lo que tienen los bienaventurados dioses, porque no comen pan ni beben el negro vino, y por esto carecen de sangre y son llamados inmortales” (narrador, Ilíada V). Según la mitología griega, el icor era o bien el mineral presente en la sangre de los dioses, o bien la propia sangre de éstos; tal sustancia, de la que se decía que también estaba presente en la ambrosía o el néctar que los dioses comían en sus banquetes, era lo que los hacía inmortales. Cuando un dios era herido y sangraba, el icor tenía una apariencia dorada, era venenoso para los mortales y mataba inmediatamente a todos los que entraban en contacto con la sangre de un inmortal. Acaso por ello la antigua medicina heredó este nombre de la mitología para aludir al líquido que rezuman ciertas úlceras.

          —Otra clave se encuentra acaso en la sucesividad: tiene más poder el dios que nace antes. “Igual era el origen de ambas deidades [Zeus y Neptuno] y una misma su prosapia, pero Zeus había nacido primero y sabía más” (narrador, Ilíada XIII).

          —Diomedes: “Con los bienaventurados dioses no quisiera combatir, pero si eres uno de los mortales que comen los frutos de la tierra...” (Ilíada VI); una cosa por otra: la diferencia entre ambas razas parece ser la alimentación, y no la “naturaleza”.

          —El rayo de Zeus era la única forma de morir que tenían los que habían probado la ambrosía. Así Zeus mató a Ixión, que había probado ese manjar celeste y presumió haber seducido a Hera. También es la única forma de morir que tienen los inmortales; Ares dice a los demás dioses: “No se irriten conmigo, ustedes los que habitan en olímpicos palacios, si voy a las naves de los aqueos para vengar la muerte de mi hijo; iría, aunque el destino hubiera dispuesto que me cayera encima el rayo de Zeus, dejándome tendido con los muertos, entre sangre y polvo” (Ilíada XV).

 

 

Sueño

 

—“[T]ambién el sueño procede de Zeus” (Ilíada I).

          —“Después se acostaron y el don del sueño recibieron” (Ilíada VII): el sueño es un don concedido por los dioses.

          —“Zeus olímpico, fulminador, se encaminó al lecho en donde acostumbraba dormir cuando el dulce sueño lo vencía” (Ilíada I): los dioses son susceptibles al cansancio y al sueño; y si el sueño procede de Zeus, él mismo decreta que el sueño lo venza.

          —“Las demás deidades y los hombres que combaten en carros durmieron toda la noche, vencidos por el dulce sueño” (narrador, Ilíada XXIV).

          —“[S]i todo no ha sido un sueño” (Helena a Príamo: Ilíada III). “Tal era yo entre los guerreros, si todo no ha sido un sueño” (Néstor: Ilíada XI), sospecha escalofriante.

          —Hera alude a la personificación del Sueño en un sentido que parece reconocerlo no como producto o don de los dioses, sino como superior a ellos: “¡Sueño, rey de todos los dioses y de todos los hombres!” (Ilíada XIV). Sin embargo, el Sueño revela que teme a la ira de Zeus: “me habría hecho desaparecer, arrojándome del éter al ponto, si la Noche, que rinde a los dioses y a los hombres, no me hubiera salvado”.

 

 

Vigilia

 

—“Nada sucede a los hombres sin los dioses”, exclama Eurípides. La más espuria interpretación es determinista: los dioses deparan todo suceso. Sin embargo, una cierta clave muy distinta se insinúa en dos preguntas recíprocas: ¿crean los dioses a los hombres para mantenerlos en movimiento, es decir para seguirlos creando y así mantenerse los númenes ocupados (existiendo)?, ¿crean los hombres a los dioses para mantenerse ellos mismos en alguna dirección, con lo que se implica que sin dioses las criaturas caerían en un letargo semejante al de los dioses antes de la Creación?

 

 

*

 

[Leer Los dioses (Una tipología) (XIII).]

 

 

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