miércoles, 6 de marzo de 2024

Eliseo Diego: “Porque quién vio jamás las cosas que yo amo”

 

DGD: Postales, 2024.

 

r e t r a t o s   (e n)   (c o n)   p o s t a l e s

Eliseo Diego: “Porque quién vio jamás las cosas que yo amo”

 

[En el prólogo a Por los extraños pueblos (1949), el poeta cubano Eliseo Diego (La Habana, julio 2 de 1920-Ciudad de México, marzo 1 de 1994) describe la razón más legítima para escribir un libro: “sucedió que teniendo ganas de leerlo, y no hallándolo, así completo, por más que lo busqué en muchos sitios diferentes, decidí por fin escribirlo yo mismo”. Lo dedica a sus hijos en el tono de prever la pregunta “¿para qué sirve un libro de poesía?”, y responde en la sencilla y entrañable claridad que fue su característica: “para mí, [la poesía] es el acto de atender en toda su pureza”. Las líneas finales del prólogo dibujan un inmejorable retrato del poeta: “Conmigo se han de acabar estas formas de ver, de escuchar, de sonreír, porque son únicas en cada hombre; y como ninguna de nuestras obras es eterna, o siquiera perfecta, sé que les dejo a lo más un aviso, una invitación a estarse atentos”.

   Se trata de un ver, y de un decir lo que se ve: “Porque quién vio jamás las cosas que yo amo” (“Nostalgia de por la tarde”). Nadie ha visto jamás las cosas a las que el poeta ama; tal vez sí, muchas veces, pero precisamente invisibilizadas por la costumbre de verlas, es decir, de no verlas; en cambio, el poeta centra en ellas una atención que es fruto del amor (el máximo ejercicio de concentrar los sentidos) y las hace ver, por primera vez: “Pero quién vio jamás / el ruedo misterioso de tu falda / mientras cortas las rosas en la tarde / ni el roce y la tristeza de la lluvia / como un ajeno llanto por mi cara”.

   Decir lo que se ve es muchas cosas, entre ellas dejar un registro de cómo un solo aspecto del mundo, entre todos los aspectos posibles, nos ha devuelto la mirada y con ello se comporta del mismo modo que nosotros: elegir una imagen y excluir a las demás para que la contemplación devele —las multiplicidades y graduaciones de la selectividad— que no hay una (en contraposición al resto de imágenes) y que no hay demás (en oposición a una sola que actúa como soporte).

   El poema transmite indefectiblemente cómo ve el poeta —los métodos y afinaciones de la atención—: ¿se ve mirar?, ¿se pierde en lo que contempla? —las transparencias y traducciones de la contemplación—. ¿El poeta es el que viendo se sabe mirado? Y en este caso, ¿mira en compañía de quién o en fusión con qué? Es acaso la imago que tanto buscó Lezama Lima, amigo y colaborador de Eliseo Diego.

   En uno de sus textos en prosa más precisos (“Cómo tener y no tener una alondra”), Diego toma el ejemplo de un poeta del siglo XV, Juan de Padilla, y se detiene en una estrofa en la que éste habla de un pájaro: “¡Cuántas veces habrá visto Juan de Padilla a la alondra remontar, con su canto, el vuelo, sintiendo a lo más una pasajera sensación de agrado! Pero, de pronto, la vio, la vio de veras, con todos los sentidos despiertos”. Ver de veras es verlo todo: “El genio lo es justo porque su ser consiste en el don de realizarse expresando como un todo lo atrapado como un todo”.

   La poesía de Eliseo Diego está acaso en esta imagen: “Voy por la calle donde nunca estuve / como viniendo por la calle mía. / Recuerdo cosas que no fueron nunca / pero que el corazón apetecía”. Una calle interminable en cuyos altos muros quiebran las tinieblas. (DGD)]

 


 


 


 


 


 

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Poesía de Eliseo Diego: En la calzada de Jesús del Monte (1949), Por los extraños pueblos (1949), El oscuro esplendor (1966), Versiones (1967), Muestrario del mundo o Libro de las maravillas de Boloña (1968), Los días de tu vida (1977), A través de mi espejo (1981), Inventario de asombros (1982), Veintiséis poemas recientes (1986), Libro de quizás y de quién sabe (1989), Cuatro de oros (1990), Poemas al margen (1946-1992), En otro reino frágil (1999), Aquí he vivido (2000), Poemas manuscritos (2005), Desde la eternidad. Antología de poesía y prosa (2005).

 

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[Leer Gabriel Celaya: “Debo salvarlo todo si he de salvarme entero”]

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