DGD: Textil 76 (clonografía), 2009 |
martes, 16 de octubre de 2012
Una entrevista sobre Mirador en una cuerda floja
Entrevista de Merry MacMasters
[Esta
entrevista apareció en el diario mexicano La
Jornada, el 10 de octubre de 2012, con algunas erratas que aquí han sido
corregidas. Asimismo, algunas respuestas han sido ligeramente ampliadas.]
Mirador en una cuerda
floja (Hollywood y el lado oscuro del realismo/Tradición y ruptura: el
conflicto esencial) es un libro escrito por “un espectador indignado que
quiere compartir su indignación”, expresa su autor Daniel González Dueñas.
Mirador en una cuerda
floja se divide en dos grandes áreas; en la primera se examina “la
concepción hollywoodense del realismo y su influencia no sólo sobre otras
cinematografías sino sobre nuestra propia forma de ver y definir el mundo”. La
segunda parte enfoca un tema ya entrevisto a lo largo de la primera, la
dicotomía entre tradición y ruptura; éste es, para González Dueñas, “un tema
fundamental que debería ser más discutido”, ya que “sus repercusiones están no
sólo en el terreno del cine, o de los medios audiovisuales, sino en todos los
niveles, desde lo social, filosófico, antropológico, político, económico, hasta
el más personal: el del erotismo y la sexualidad. Todos los niveles se hallan
afectados por esa dicotomía”.
El libro no está escrito por un especialista, dice el autor,
sino por “un espectador que comparte con otros la indignación que provoca el
ver las resultantes inmediatas y prácticas de la influencia de Hollywood, que
es sinónimo de su tan celebrado realismo. No hay otra opción, no hay otro
estilo dramático. El realismo hollywoodense está en la base de todos sus
géneros, desde la fantasía o el cine para niños, hasta el terror y la
ciencia-ficción. En el teatro, el realismo sigue siendo un tono entre otros tantos posibles: naturalismo, simbolismo,
expresionismo, impresionismo, etcétera. En el cine y los medios audiovisuales,
en cambio, ya sólo hay una forma de entonar
a lo humano (es decir, de representarlo para comprenderlo). El libro se
pregunta por qué se ha dado esta reducción, esta pérdida de matices, hasta
dónde llega su influencia y en qué modo ella va más allá del territorio
cinematográfico”.
En teoría, el realismo debería ser concebido como una
representación “fidedigna” de lo real; sin embargo, el entrevistado acota que
“el realismo hollywoodense no se limita a representar la realidad, sino la
moldea, la manipula, la calibra. Todos consumimos grandes cantidades de sus
productos, sobre todo si se considera que la televisión es un resultado directo
de Hollywood. Y no es en absoluto casual que este moldeo de la realidad
coincida casi punto por punto con la dialéctica del poder que domina al mundo”.
González Dueñas lamenta que entre las damnificaciones de la
presencia de Hollywood se encuentra el hecho de que “se recorre el ayer”. Es
decir, hace veinte años se decía que el cine nació en los años sesenta del
siglo pasado (como medio consciente de sí mismo); ahora se dice que nació en
los ochenta. Se va negando la historia del cine de tal manera que el público
joven suele desconocer las grandes obras del siglo XX”.
El tono básico de Mirador
en una cuerda floja es “una invitación a detenerse un poco más, a no dar
nada por sentado, a cuestionar y examinar cada uno de los sobrentendidos en los
que se basa toda la cultura. Hollywood fomenta el que todo se sobreentienda y
que ya nada fundamental se ponga en palabras; así, el acto de entender y sus concomitantes
(analizar, desglosar, decodificar, re-enunciar) se ha vuelto enojoso, aburrido
y hasta inútil. Más que nunca es necesario re-enunciarlo todo, encontrar las
briznas de suciedad que hay entre la paja y re-apropiarnos del lenguaje, es
decir del sentido. Y esta es una labor eminentemente comunitaria”.
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