DGD: Redes 21 (clonografía), 2008 |
miércoles, 18 de mayo de 2016
Fragmentos del Diario de Mircea Eliade
[Mircea Eliade: Diario, 1945-1969, Kairós (Ensayo),
Barcelona, 2001; trad. Joaquín Garrigós.]
Creo que no soy el único para quien los repetidos fracasos,
sufrimientos, melancolías y desesperanzas pueden superarse en el momento en
que, gracias a un esfuerzo de lucidez y voluntad, comprendo que representan, en
el sentido concreto e inmediato de la palabra, un descenso a los infiernos. En cuanto uno es “consciente” de estar
vagando, extraviado en el laberinto del infierno, vuelve a sentir, multiplicado
por diez, las mismas fuerzas espirituales que suponía perdidas mucho tiempo
atrás. En ese momento, cualquier sufrimiento se transforma en una “prueba”
iniciática. [17 de agosto de 1946]
*
Antes del Renacimiento (y desde entonces sólo en las clases
populares) el hombre se sentía integrado en un cosmos al que asumía y expresaba
en imágenes. Las distintas modalidades
de existencia se vivían, entonces, a un nivel cósmico. Para un hombre de hoy
semejantes experiencias pueden parecer “alienadas” u “objetivizadas”, pero para
el hombre de las sociedades tradicionales había una perfecta porosidad entre todos los niveles
cósmicos. La experiencia de una noche estrellada, por ejemplo, equivalía a la
experiencia personal muy íntima de un contemporáneo. Al proyectarse u
homologarse por todas partes, el hombre prerrenacentista no se traicionaba a sí
mismo, no se “enajenaba” en el man
heideggeriano. No hay nada “impersonal” (en el sentido existencialista del
término) en toda la experiencia antropocósmica del hombre de las sociedades
arcaicas y tradicionales. Por eso me apasiona descifrar los símbolos y precisar
las modalidades, ya que vuelvo a encontrar todas mis nostalgias y entusiasmos
de hombre moderno, empequeñecido e “interiorizado”. [1 de septiembre de 1946]
*
Los lamentables comienzos de B[alzac]. Su falta de cultura,
de gusto y de talento, su tremenda vanidad. La influencia de sus
contemporáneos, de los gustos y las modas del momento. Escribe lo que se escribe, lo que se lee... Y a pesar de todo ello, lenta, lentamente, fue
encontrándose a sí mismo y se convirtió en un titán sin parangón. Convendría
seguir de cerca esta conquista de sí mismo, que a mí me parece más
extraordinaria que su propio talento. [5 de septiembre de 1947]
*
A veces pienso en escribir un libro que sea expresión de mí
mismo en toda mi integridad.
Retirarme durante algunas semanas a algún sitio aislado, a una isla, a una
cabaña, a la cumbre de un monte (¡lo ideal sería a la Tierra del Fuego!), sin
libros ni manuscritos. Como la naturaleza no presentaría ningún interés, me
pondría a rememorar mi vida para “poblar” ese desierto. Escribiría una especie
de diario, pero sin ningún tipo de orden. Recuerdos, reflexiones, comentarios
sobre mis propios pensamientos, sobre mis libros, etcétera. En tan completa
soledad, en medio de ese paisaje deprimente, intentaría mostrarme como soy,
íntegramente, con todo lo que me apasiona: la literatura, la filosofía, la
historia de las religiones, el orientalismo, la mística, la aventura...” [2 de septiembre
de 1947]
*
Poder vivir de forma integral sin dejarse vivir por el “tiempo”,
vivir sólo en el instante, no dejarse
emponzoñar ni aplastar por el pasado ni por la “historia”. [10 de junio de
1948]
*
Los “libros perfectos” lo han dicho todo, lo han agotado
todo con su propia aparición. Las obras imperfectas, contradictorias e incluso
confusas, a veces abren caminos a otros
conocimientos antes insospechados. [29 de mayo de 1949]
*
Conviene meditar sobre el siguiente detalle: que el hombre,
hecho de la tierra, no obstante procede del sol. La tierra se desprendió del
sol antes de la aparición del hombre y ese acontecimiento pasó a ser, en cierto
sentido, el modelo prototípico de todas las “caídas” o “extravíos” humanos.
[Agosto de 1954]
*
“Desmitificación”: X se enamora de Y y cree que es la mujer
más hermosa de todas las que ha conocido, que es inteligente, buena y está llena
de cualidades. Pero no lo es. Y algo más: al creer que Y es hermosa, X se
imagina que la cortejan todos los hombres y sufre, está celoso y no es feliz.
Para comprender la situación de X, hay que tomar como bueno todo lo que él cree
de Y, aunque casi nada se corresponde con la verdad. Si se “desmitifica” esa
creencia, se pierde contacto con lo concreto de la situación y se trabaja con
abstracciones. Un X “desmitificado” no se habría enamorado de Y ni habría
sufrido de celos; en una palabra, no habría existido como existe ahora.
Inténtese traducir esta situación en términos de historia de las religiones (y
se entenderá por qué la “desmitificación” no lleva a ninguna parte). [28 de
enero de 1964]
*
¿Por qué no pueden los “estudiosos”, por ejemplo los
antropólogos, historiadores de las religiones, etcétera, contemplar el objeto
de su estudio con la misma pasión y paciencia con que los artistas contemplan a
la naturaleza (más concretamente, los “objetos naturales” a los que quieren
pintar)? ¡Cuántas cosas lograría ver
un estudioso en una institución, una creencia, una costumbre o una idea
religiosa si las observara con la atención concentrada, con la simpatía
disciplinada y la “apertura” espiritual de la que dan prueba los artistas! ¿Qué
antropólogo ha contemplado a su “objeto
de estudio” con el fervor, concentración e inteligencia de un Van Gogh o un
Cézanne ante los campos, los trigales o los bosques? ¿Cómo se puede comprender una cosa si ni siquiera se
tiene la paciencia de contemplarla con atención? [17 de septiembre de 1964]
*
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