sábado, 7 de mayo de 2016
Una carta de Julio Cortázar (1959)
Fragmento de una carta de Julio Cortázar a Jean
Barnabé, escrita en París el 27 de junio de 1959, durante la etapa de escritura
de Rayuela. (Incluida en J.C.: Cartas, tomo 2: 1955-1964, Alfaguara,
Madrid, 2012; pp. 187-188.)
Usted cree que yo puedo quizá llegar a ser un
novelista. Me falta, como me dice, un peu
de soufflé pour aller jusqu’au bout [“un poco de aliento para llegar hasta
el final”]. Pero aquí, Jean, intervienen otras razones, y éstas estrictamente
intelectuales y estéticas. La verdad, la triste o hermosa verdad, es que cada
vez me gustan menos las novelas, el arte novelesco tal como se lo practica en
estos tiempos. Lo que estoy escribiendo ahora será (si lo termino alguna vez)
algo así como una antinovela, la tentativa de romper los moldes en que se
petrifica ese género. Yo creo que la novela “psicológica” ha llegado a su
término, y que si hemos de seguir escribiendo cosas que valgan la pena, hay que
arrancar en otra dirección. El surrealismo marcó en su momento algunos caminos,
pero se quedó en la fase pintoresca. Es cierto que no podemos ya prescindir de
la psicología, de los personajes explorados minuciosamente; pero la técnica de
los Michel Butor y las Nathalie Sarraute me aburren profundamente. Se quedan en
la psicología exterior, aunque crean ir muy al fondo. El fondo de un hombre es
el uso que haga de su libertad. Por ahí se va a la acción y a la visión, al
héroe y al místico. No quiero decir que la novela deba proponerse esta clase de
personajes, porque los únicos héroes y místicos interesantes son los vivientes,
no los inventados por un novelista. Lo que creo es que la realidad cotidiana en
que creemos vivir es apenas el borde de una fabulosa realidad reconquistable, y
que la novela, como la poesía, el amor y la acción, deben proponerse penetrar
en esa realidad, Ahora bien, y esto es lo importante: para quebrar esa cáscara
de costumbres y vida cotidiana, los instrumentos literarios usuales ya no
sirven. Piense en el lenguaje que tuvo que usar un Rimbaud para abrirse paso en
su aventura espiritual. Piense en ciertos versos de Les Chimères de Nerval. Piense en algunos capítulos de Ulysses. ¿Cómo escribir una novela
cuando primero habría que des-escribirse, des-aprenderse, partir à neuf, desde cero, en una condición
pre-adamita, por decirlo así? Mi problema, hoy en día, es un problema de
escritura, porque las herramientas con las que he escrito mis cuentos ya no me
sirven para esto que quisiera hacer antes de morirme. Y por eso —es justo que
usted lo sepa desde ahora—, muchos lectores que aprecian mis cuentos habrán de
llevarse una amarga desilusión si alguna vez termino y publico esto en que
estoy metido. Un cuento es una estructura, pero ahora tengo que
desestructurarme para ver de alcanzar, no sé cómo, otra estructura más real y
verdadera; un cuento es un sistema cerrado y perfecto, la serpiente mordiéndose
la cola; y yo quiero acabar con los sistemas y las relojerías para ver de bajar
al laboratorio central y participar, si tengo fuerzas, en la raíz que prescinde
de órdenes y sistemas. En suma, Jean, que renuncio a un mundo estético para
tratar de entrar en un mundo poético. ¿Me hago ilusiones, terminaré escribiendo
un libro o varios libros que serán siempre míos, es decir con mi tono, mi
estilo, mis invenciones? A lo mejor sí. Pero habré jugado lealmente, y lo que
salga será así porque no puedo hacer otra cosa. Si hoy siguiera escribiendo
cuentos fantásticos me sentiría un perfecto estafador; modestia aparte, ya me
resulta demasiado fácil, je tiens le
système [“poseo el sistema”], como decía Rimbaud. Por eso “El perseguidor”
es diferente, y usted habrá pensado en él al leer estas líneas tan confusas.
Ahí ya andaba yo buscando la otra puerta. Pero todo es tan oscuro, y yo soy tan
poco capaz de romper con tanto hábito, tanta comodidad mental y física, tanto
mate a las cuatro y cine a las nueve... Para subir a la Santa María y poner proa al misterio hay que empezar por tirar la
yerba a la basura. Y con este mal anacronismo cierro este capítulo que sin
embargo estoy contento de haber escrito para usted, como una confidencia y un
anuncio.
*
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario